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Cuando un científico prestigioso pero anciano afirma que algo es imposible, lo más probable es que esté equivocado.

Arthur Clarke(1917).
Escritor de divulgación científica y de ciencia ficción.
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La ciencia prueba algunos trastornos reflejados en el habla popular
 
 


Paco Torralbo. - Aventados lunáticos, iluminados..., el lenguaje popular asocia trastornos mentales a fenómenos de la naturaleza. ¿Pero existen realmente? Pues unos, sin duda; otros, de momento no; los demás quizá deban permanecer para siempre en el mundo de la fantasía.

En la primera categoría entra el influjo sobre la mente humana de los vientos. Más allá del efecto evidente de los huracanes, como el "Dean", que ha azotado Centroamérica, hay que decir que sí, que hay aventados.

Así, quien padezca ansiedad, por ejemplo, que se libre del viento cálido y seco. No es una conseja popular sino una evidencia clínica.

Los psiquiatras que estudian la influencia del clima admiten su efecto. Sea el Zonda, en Argentina; el Santa Ana, en California; el Poniente, en Cataluña; el viento Sur, a orillas del Cantábrico, o su pariente, el Föhn, en Suiza. O el que cualquiera conozca en su región.

El doctor Antonio Bulbena, director del Instituto de Atención Psiquiátrica, Salud Mental y Toxicomanías, y profesor de Psiquiatría en la Universidad Autónoma, ambos centros de Barcelona, es uno de los científicos que más ha estudiado esa relación.

El psiquiatra no tiene dudas, aunque aclara que el saber popular se centra en el viento porque es muy notable, pero que en realidad se hablaría de factores meteorológicos.

Unos de sus últimos trabajos lo hizo en el Ampurdán, sobre la Tramontana, "con una muestra amplia de la población, y lo examinamos en mujeres, que son más sensibles", dice.

"Encontramos que a casi un 25% de personas predispuestas la Tramontana les producía un estímulo inicial, seguido al cabo de poco por inquietud y malestar".

Pero no es sólo la Tramontana. En un trabajo publicado este año en "Psychiatry and Clinical Neurosciences", Bulbena afirma que los ataques de ansiedad con pánico en Cataluña "son más frecuentes durante los días de poniente, viento cálido procedente del oeste," e invita a la comunidad científica a profundizar en el estudio de los efectos de la meteorología sobre la mente.

El psiquiatra remite a una exhaustiva investigación que hizo su equipo sobre urgencias psiquiátricas en un hospital de Barcelona durante todo un año, publicada en 2005 en el "International Journal of Biometeorology", y en la que se constató que, con viento de poniente, los episodios de ansiedad con pánico eran tres veces más frecuentes que la media.

La hipótesis que justificaría estos efectos sería que ciertas condiciones meteorológicas ponen en marcha mecanismos de tipo neurofisiológico y bioquímico.

"En neurofisiología, pondría en marcha el sistema vegetativo simpático, o sea el de ataque, el de alarma. También se verían afectadas las estructuras bioquímicas que regulan este sistema de alerta y el ánimo".

Así que la cultura popular apuntaba bien, en todo el mundo. En el chino hablado, por ejemplo, viento y loco se dicen igual, "feng", aunque con distinto tono, para poder distinguirlos. Y loco se escribe igual que viento, más una partícula que suele indicar enfermedad. O sea, locura es casi "enfermedad del viento".

En Argentina, los indios calchaquíes, aborígenes de Argentina, atribuyen el Zonda a un castigo de la "Pachamama". La madre tierra creó este viento cálido y seco para castigar la soberbia y avidez de un cacique que arrasó la caza.

La Defensa Civil de Mendoza, por ejemplo, alerta de que el Zonda, que sopla en el noroeste argentino entre marzo y octubre, produce depresiones, pulso acelerado, nerviosismo, somnolencia y problemas respiratorios.

Por tanto, aconseja a la población no salir de casa, tapar las rendijas de ventanas y puertas con trapos o papeles húmedos e incluso humedecer pisos y paredes de las viviendas.

No es rara la seguridad que se tiene en Cantabria de que el viento Sur deja a ciertas personas "aventadas". El Sur pertenece a la familia de los Föhn, viento caluroso y seco muy frecuente en Suiza y en Austria, en la zona de los Alpes, que a menudo adquiere velocidades superiores a los 150 kilómetros hora.

Es un viento temido por quienes padecen de dolor de cabeza o problemas del corazón y son sensibles a los cambios del tiempo. Ocasiona, además, un aumento en el número de accidentes de tráfico y de suicidios.

En los hospitales de Tirol es usual aplazar operaciones delicadas, porque se considera que el personal no puede concentrarse mientras sopla este viento.

¿Y la luna, la luna llena por ejemplo? ¿Ejerce algún influjo sobre el ser humano, más allá del "caramelo" que esparce sobre las parejas de enamorados? ¿Hay lunáticos? ¿Hay personas que sufran trastornos de comportamiento por influjo de la luna?

"La cultura popular insiste en el tema -dice el doctor Bulbena- y le puedo decir que he hecho estudios en urgencias psiquiátricas, en ingresos, en mordeduras de animales y de hombres, todo lo que la literatura atribuye a la luna, lo hemos tratado en congresos pero no hemos encontrado ninguna relación, pese a buscarla con intensidad".

Pero Bulbena no tira la toalla. Puede que las investigaciones vayan en la dirección equivocada.

"La Luna tiene dos componentes, incluso en inglés tiene dos nombres, Luna, el satélite, y Moon, que es ciclo. Quizá lo que llamamos Luna, ese fenómeno de luz, tenga poquito valor y lo que tengamos que estudiar sean los fenómenos rítmicos".

"A lo mejor estamos mirando las fases, si es luna llena o nueva, y lo importante no lo estamos midiendo. Pero en lo que hemos estudiado, no hay nada. Ni siquiera en los partos, que siguen un ciclo de 28 días, de nueve meses, en los que todo indicaría relación con el ciclo lunar.

"Algunos se quedan un poco decepcionados, pero qué más quisiera yo que encontrarlo, pues parto de la base de que si la gente dice una cosa alguna razón debe tener".

En cuanto a los iluminados, nada que ver con la psiquiatría. O si se habla desde la psiquiatría, nada que ver con la luz. Lo cual no significa que la luz no tenga un papel en los trastornos mentales.

"Para tratamientos antidepresivos, usamos unas lámparas que producen una cantidad determinada de lux. Para sorpresa general, hay personas que mejoran notablemente. No sabemos bien la razón, nos extraña tanto a los pacientes como a nosotros", confiesa Bulbena.


Sábado, 25 Agosto, 2007 - 10:50
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