Secciones |
---|
|
| Foros Electrónica |
---|
|
| Alguien dijo ... |
---|
La historia se está convirtiendo cada vez más en una carrera entre educación y catástrofe.
Herbert George Wells(1866-1946). Escritor y filósofo político inglés. | Contacto |
---|
|
| Expertos británicos afirman que es hora de olvidarse del protocolo de Kioto y volcar fondos en investigación y desarrollo | | | |
Dos expertos británicos afirman que es hora de olvidarse del protocolo de Kioto, que "ha fracasado como instrumento para reducir las emisiones" de CO2, y pensar en cambio en fuertes inversiones públicas en el desarrollo de tecnologías limpias.
En un comentario en la revista "Nature", Gwyn Prins, de la London School of Economics, y Steve Rayner, del Instituto James Martin, de Oxford, abogan, entre otras cosas, por incrementar el presupuesto público de los países ricos en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías que permitan mayores ahorros energéticos.
"Parece razonable esperar que las principales economías del mundo dediquen tanto dinero a ese reto como gastan actualmente en investigación militar: en el caso de Estados Unidos, unos 80.000 millones al año", afirman ambos científicos, según los cuales las inversiones en ese sector deberían ponerse "en pie de guerra".
En ese sentido señalan que mientras el Organismo Internacional de la Energía Atómica pronostica una demanda mundial de energía doble a la actual para dentro de 25 años, desde 1980 ha habido una reducción del 40 por ciento de los presupuestos públicos dedicados a investigación y desarrollo en ese campo en todo el mundo.
Según Prins y Rayner, la investigación y desarrollo es una causa que suscribe la totalidad del espectro político: en 1992, el ex presidente de EEUU Al Gore propugnó una "iniciativa estratégica medioambiental como parte de su visión de un plan Marshall global", pero también el conservador American Entreprise Institute, de Washington, apoya la investigación básica sobre tecnologías limpias.
En su comentario, ambos expertos analizan lo que califican de fracaso de Kioto y dicen que ese tratado se construyó a imagen y semejanza de otros tres anteriores relativos al adelgazamiento de la capa de ozono en la estratosfera, a la lluvia ácida por las emisiones sulfurosas y a la reducción de los arsenales nucleares.
Los artífices del tratado de Kioto pensaron que "la mejor manera de atacar el cambio climático sería mediante controles de las emisiones globales, es decir tratando las toneladas de dióxido de carbono como si fueran armas nucleares que habría que reducir estableciendo metas y calendarios mutuamente verificables".
Ese enfoque funcionó en los otros tres casos porque, aunque se trataba de problemas difíciles, "eran relativamente sencillos en comparación con el cambio climático", dicen Prins y Rayner, según los cuales Kioto depende de la "creación de arriba a abajo de un mercado global de CO2 por el que los países pueden comprar y vender las emisiones asignadas".
Sin embargo, señalan, "no hay apenas signos de que vaya a salir al menos en los cinco o diez próximos años un precio global del carbono estable, y aunque se estableciese tal precio, seguramente sería muy modesto, suficiente sólo para estimular ciertas ganancias en eficiencia (energética)".
"Sin un incremento significativo de los programas de investigación y desarrollo de tecnologías limpias financiados con fondos públicos y cambios en las políticas de innovación (tecnológica), pasará mucho tiempo antes de que la innovación responda" a ese estímulo.
De continuar las cosas como hasta ahora, predicen, durante los próximos veinte años seguirán instalándose en el mundo infraestructuras de alto consumo de carbono - como centrales térmicas de carbón- y con 50 años de vida útil.
Si el cambio climático es una amenaza grave para el futuro del planeta, es hora, dicen los dos expertos, de "interrumpir ese ciclo".
Los expertos denuncian además que el tratado de Kioto tiene muchos intersticios que han permitido a muchos "lucrarse con el Mecanismo de Desarrollo Limpio sin afectar prácticamente al nivel de emisiones" y critican la idea que está en la base de Kioto, a saber que la reducción de las emisiones es un problema que exige el consenso entre más de 170 países.
"Comprometer a todos los países del mundo puede sonar a simetría idealista - a una amenaza común hay que dar una respuesta universal-, pero cuantas más partes hay en una negociación, más bajo es el común denominador para llegar a un acuerdo, algo que ha ocurrido en Kioto", dicen.
Hay que reconocer, argumentan, que menos de veinte países son responsables de aproximadamente un 80 por ciento de las emisiones de carbono del mundo, y en cuando la política de reducción de emisiones está en sus primeras fases, "los otros 150 países sólo son un obstáculo", afirman. |
Miércoles, 24 Octubre, 2007 - 10:30 |
|  |
| |