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Observan propagarse el Parkinson a células cerebrales trasplantadas
 
 


Los trasplantes celulares pueden servir para tratar una amplia variedad de enfermedades y ofrecer a los enfermos la esperanza de una vida mejor y más larga. Sin embargo, en el caso de la enfermedad de Parkinson, unos investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) y del University College de Londres (Reino Unido) han hallado nuevas pruebas que sugieren que la enfermedad puede extenderse gradualmente a las células sanas injertadas. Las conclusiones han sido publicadas recientemente en la revista Nature Medicine.

En estudios anteriores, investigadores de la Universidad y del Hospital Universitario de Lund observaron que las células trasplantadas en el cerebro de un enfermo de Parkinson pueden sobrevivir durante un período de diez años. Aunque la mayoría de las células injertadas se ven afectadas funcionalmente después de este tiempo, los enfermos aún siguen sintiendo el alivio sintomático a largo plazo. En este estudio reciente, los investigadores observaron que en realidad las células injertadas pueden sobrevivir un poco más, hasta dieciséis años.

La enfermedad de Parkinson surge a medida que mueren ciertas células del cerebro que producen una sustancia química denominada dopamina. La dopamina es fundamental para coordinar el movimiento corporal.

«Los estudios realizados hasta ahora han demostrado que las células dopaminérgicas trasplantadas pueden mejorar claramente la rapidez del movimiento, reducir la rigidez y la necesidad de tomar fármacos al menos durante diez años», explicó Jia-Yi Li, profesor adjunto de neurobiología de la Unidad de Supervivencia Neuronal de la Universidad de Lund. «Ahora vemos que una gran cantidad de ellas siguen vivas, lo cual resulta emocionante.»

No obstante, gradualmente aparecen características propias del Parkinson en las células sanas. Los investigadores lo descubrieron después de estudiar los casos de dos pacientes que habían vivido entre once y dieciséis años después de un trasplante de células neuronales. Cuando ambos pacientes murieron (por causas ajenas al trasplante), los investigadores observaron que la enfermedad se había propagado.

«Nuestros resultados indican que los rasgos principales de la enfermedad de Parkinson se transfieren lentamente del cerebro del paciente a las células nerviosas sanas del transplante», señaló el profesor Patrik Brundin, Jefe de la Unidad de Supervivencia Neuronal de la Universidad de Lund.

Se prevé que este descubrimiento ayude a los investigadores a comprender mejor la patogénesis de la enfermedad, concretamente cómo puede propagarse de las células huésped a las células injertadas. «Aún no conocemos los mecanismos celulares precisos, pero el hallazgo abre nuevas y emocionantes vías de investigación. Si conseguimos desmantelar el mecanismo, es posible que logremos diseñar tratamientos que impidan o frenen la progresión de la enfermedad en el futuro», añadió el profesor Brundin.

Mientras tanto, los investigadores afirman que el tratamiento celular sigue siendo un instrumento viable. «Aunque ahora nos hemos dado cuenta de que las células injertadas pueden verse afectadas por la enfermedad, los cambios patológicos aparecen más tarde», dijo el profesor Olle Lindvall, del Hospital Universitario de Lund. El trasplante de células dopaminérgicas, que probablemente puedan ser generadas a partir de células madre, seguirá siendo primordial en el tratamiento de los enfermos de Parkinson, según el profesor.


Domingo, 04 Mayo, 2008 - 11:00
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