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Alguien dijo ...
El subdesarrollo no es la antesala del desarrollo, sino su contraparte necesaria.

Darcy Ribeiro(1922-1997)
Antropólogo, escritor y político brasileño
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Rastreando en el cerebro los procesos neuronales de las estrategias sociales
 
 


En un juego de estrategia, el éxito de cualquier jugador depende no sólo de sus propias acciones, sino del comportamiento de los demás participantes en el juego. Para alcanzar el éxito, no sólo hay que prestar atención a lo que hacen los otros jugadores, sino también deducir su modo de pensar.

(NC&T) Conocer en detalle cómo funciona el cerebro durante este proceso de tratar de imaginar qué piensan los demás, es vital para los estudios de inteligencia social adaptativa.

John P. O'Doherty, del Instituto Tecnológico de California, y sus colegas, han realizado una investigación sobre el cerebro que ofrece nuevas perspectivas de cómo opera este órgano en ciertas situaciones sociales.

O'Doherty, Alan N. Hampton y Peter Bossaerts hicieron que los sujetos de experimentación participaran en un sencillo juego de estrategia para dos jugadores. En el juego, los participantes fueron asignados para jugar ya fuese con el papel de empleador o con el de empleado, y se les separó. Uno de ellos era colocado en una máquina de fMRI (resonancia magnética funcional por imágenes), que registró la actividad cerebral en tiempo real.

Durante cada experimento, el participante que actuaba como empleado debía escoger si trabajar o no, y el empleador debía decidir si vigilar o no que sus empleados trabajasen. Lo que cada parte escogía dependía tanto de sus propios objetivos como de sus suposiciones sobre el comportamiento del otro jugador. Por ejemplo, el empleador, quien está ocupado atendiendo otros asuntos de la empresa, no desea perder su tiempo inspeccionando a sus empleados, pero sí quiere hacerlo de manera ocasional para asegurarse de que no están holgazaneando, y para que sientan que su jefe les vigila y puede pillarles in fraganti en cualquier momento. Sus empleados, sin embargo, prefieren eludir sus responsabilidades tanto como sea posible cuando no están siendo inspeccionados, pero sí estar trabajando con diligencia cuando el empleador venga a inspeccionar qué están haciendo.

Con el fin de añadir un incentivo real para los voluntarios, se les ofreció una pequeña recompensa monetaria basada en los resultados de cada prueba.

Cuando los empleados estaban trabajando sin que el empleador les estuviera vigilando, no ganaban nada, en tanto que éste recibía una ganancia máxima de 1 dólar.

El peor resultado para el empleador (cero dólares) lo obtenía si sus empleados estaban trabajando y su desconfianza le llevaba a inspeccionarlos de todas maneras, o cuando sus empleados estaban holgazaneando y él no los inspeccionaba. En ambos escenarios, los empleados ganaban medio dólar.

Cuando los empleados eran atrapados holgazaneando, no recibían nada, en tanto que su jefe recibía un cuarto de dólar.

El juego fue organizado de manera tal que no existiera posibilidad de un empate en el que ambos jugadores recibieran igual pago.

La cuestión clave del juego es que con el objetivo de obtener el mejor resultado posible, usted debe predecir correctamente lo que el otro jugador va a hacer, y para ello necesita predecir qué cree el otro jugador que usted va a hacer.

O'Doherty y sus colegas constataron que determinadas áreas del cerebro que en estudios previos han sido relacionadas con la tarea mental de intentar imaginar qué está pensando otra persona, mostraron cambios en su actividad según transcurría el tiempo.

-ENLACES A INFORMACION SUPLEMENTARIA EN INTERNET:
https://mr.caltech.edu/media/Press_Releases/PR13148.html


Martes, 29 Julio, 2008 - 10:45
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