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La dosis hace al veneno,

Paracelso(Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim. 1493-1541).
Médico y químico, interesado en mineralogía y alquimia
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Aumenta el número de zonas sin vida marina en el mundo
 
 


Las zonas muertas en los océanos del mundo, donde la ausencia de oxígeno impide el desarrollo de vida marina, aumentaron más de un tercio entre 1995 y 2007, revela un estudio que divulga hoy la revista "Science".


Los principales causantes de esa catástrofe oceánica son el vertido de fertilizantes y la quema de combustibles fósiles, según científicos del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad William and Mary de Virginia y de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia.

El aumento de las zonas muertas en el mar se ha convertido en el principal agente de presión sobre los ecosistemas marinos, tanto como el exceso de capturas pesqueras, la pérdida de hábitat y otros problemas ambientales.

Según los científicos, el aumento de estas áreas se debe a que ciertos nutrientes -especialmente, el nitrógeno y el fósforo- entran en las aguas costeras y su exceso mata las algas.

Al morir, esas plantas microscópicas se hunden hasta el fondo marino y se convierten en alimento de bacterias que en el acto de la descomposición consumen el oxígeno circundante.

En el lenguaje científico, ese proceso mediante el cual ocurre una disminución progresiva de oxígeno se llama "hipoxia".

Según Robert Díaz, profesor del Instituto de Ciencias Marinas, y Rutger Rosenberg, científico de la Universidad de Gotemburgo, en estos momentos existen 405 zonas muertas en aguas cercanas a las costas en todo el mundo, lo que supone una superficie de más de 26.500 kilómetros cuadrados.

Díaz, quien comenzó a estudiar estas zonas muertas desde mediados del decenio de 1980 tras advertir el problema en las aguas de la Bahía de Chesapeake, en la región atlántica de EEUU, señaló que en 1995 ya había 305 zonas muertas en todo el mundo.

De acuerdo al científico, el número de zonas muertas en el mundo a comienzos del siglo pasado era de sólo cuatro, aumentando a 49 a mediados de los años 60, al 87 en los 70 y a 162 en los 80.

"No existe otra variable de tanta importancia para los ecosistemas marinos costeros que haya cambiado tan drásticamente y en un lapso tan corto", señalan Díaz y Rosenberg en el estudio.

Según Díaz, las pruebas geológicas demuestran que las zonas muertas no eran "un fenómeno natural" en la Bahía de Chesapeake y otros estuarios.

"Las zonas muertas eran raras. Ahora son comunes. Cada vez hay más en más lugares", dijo el científico.

Asimismo, Díaz y Rosenberg manifestaron que en muchas ocasiones sólo se da importancia a la hipoxia cuando ésta comienza a diezmar los organismos que, en última instancia, sirven de alimento a la población.

Como ejemplo, citaron la desaparición de algunas especies ictiológicas y los brotes crónicos de epidemias bacterianas en otras.

Por otra parte, al impedir el desarrollo de algunos habitantes de los fondos marinos como las almejas y algunos gusanos, la hipoxia elimina una importante fuente de nutrición para otros depredadores, señaló el estudio.

Según Díaz y Rosenberg, la clave para frenar el aumento de zonas muertas es mantener los fertilizantes en tierra e impedir que lleguen al mar.

"Es necesario que los científicos y los agricultores trabajen en conjunto para desarrollar métodos agrícolas que minimicen la transferencia de nutrientes desde la tierra al mar", indicó Díaz. EFE


Viernes, 15 Agosto, 2008 - 11:53
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