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El que ha llegado tan lejos que ya no se confunde, ha dejado también de trabajar,
Max Planck(1858-1947) Físico, premio Nobel de Física 1918. | Contacto |
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| ¿Una revolución igualitaria en el Pleistoceno? | | | |
Aunque los antropólogos y los biólogos evolutivos todavía están todavía debatiendo este asunto, un nuevo estudio apoya el punto de vista de que las primeras sociedades igualitarias aparecieron decenas de miles de años antes de la Revolución Francesa, Marx y Lenin. Esas sociedades igualitarias arcaicas surgieron a través de intensas luchas por el poder y en su origen tuvieron implicaciones importantes y positivas para la humanidad.
(NC&T) En muchos mamíferos que viven en grupos, los miembros forman coaliciones y alianzas que les permiten aumentar su estatus de dominación y su acceso al apareamiento y a diversos recursos. Las alianzas son especialmente comunes en los monos antropomorfos, algunos de los cuales tienen una vida social muy intensa.
A pesar de esto, las sociedades de los monos antropomorfos están muy jerarquizadas, ya que cada individuo ocupa un lugar particular en la jerarquía de dominación existente.
En agudo contraste, las sociedades más conocidas de cazadores-recolectores son igualitarias. Sus líderes meramente ayudan en el proceso de alcanzar un acuerdo cuando el grupo necesita tomar decisiones, pero en las demás cuestiones todos los principales actores políticos se comportan como iguales.
¿Cuáles fueron las razones para un cambio tan drástico en la organización social del grupo durante el origen de nuestra especie?
Algunos biólogos evolutivos teorizan que en algún momento del Pleistoceno los humanos alcanzaron un nivel de dominación ecológica que transformó de manera drástica el escenario de la selección natural. En lugar de las tradicionales "fuerzas hostiles de la naturaleza", las interacciones competitivas entre los miembros del mismo grupo se volvieron el factor evolutivo más determinante. Según este punto de vista aún polémico, los individuos más inteligentes pudieron tomar ventaja sobre los otros miembros de su grupo, lograr un estatus social superior y dejar una mayor descendencia que heredó los genes de sus padres para un tamaño del cerebro más grande y mayor inteligencia. Como resultado de este proceso de realimentación, el promedio de tamaño del cerebro y el promedio de la inteligencia se incrementaron en todo el linaje humano.
También aumentaron las habilidades para recordar y aprovechar el historial de las interacciones sociales dentro del grupo, con el fin de tener una idea clara de quiénes eran los amigos, los aliados de éstos, y los enemigos, así como para actuar del modo adecuado a la hora de atraer a nuevos aliados y obtener ayuda de ellos. En algún punto de la historia, los miembros físicamente más débiles del grupo empezaron a formar grandes coaliciones exitosas y estables contra los individuos fuertes que, sin el freno de estos sujetos actuando en grupo, lograrían el estatus de individuos alfa y usurparían la mayoría de los recursos cruciales. Como consecuencia de esta táctica de valerse de la fuerza del número, se acabó estableciendo una sociedad igualitaria, en contraposición a la ley del más fuerte.
Aunque algunos de los componentes de esta teoría están bien apoyados por datos, el conjunto sigue siendo muy polémico. Una razón es su complejidad, la cual hace difícil interpretar los datos e intuir las consecuencias de las interacciones entre la acción simultánea de múltiples factores evolutivos, ecológicos, conductuales y sociales. También es difícil evaluar de manera fiable las escalas de tiempo relevantes y deducir la posible dinámica evolutiva.
En un nuevo estudio, Sergey Gavrilets, Edgar Duenez-Guzmán y Michael Vose, todos de la Universidad de Tennessee en Knoxville, han dado pasos para responder a estos desafíos.
Los investigadores construyeron un complejo modelo matemático que describe el proceso de formación de alianzas. A partir de ahí, estudiaron la cuestión usando métodos analíticos y simulaciones numéricas a gran escala.
El modelo se centra en un grupo de individuos que difieren notablemente unos de otros en sus habilidades para la lucha.
Si todos los conflictos tuvieran lugar exclusivamente entre pares de individuos, surgiría una jerarquía con unos pocos sujetos muy fuertes que conseguirían la mayoría de los recursos.
Sin embargo, también hay una tendencia (muy pequeña al principio) a que los demás sujetos interfieran en tales duelos entre individuos fuertes, inclinando por tanto la balanza a favor de uno de ambos contendientes. Eso refuerza afinidades entre unos individuos y las debilita con otros. Obviamente, las coaliciones con más sujetos tienen más probabilidades de ganar en un conflicto.
Gavrilets y sus colegas argumentan que tal revolución igualitaria pudo también estar asociada a un cambio en la vida de pareja y familiar que reforzó los lazos sociales entre la figura del padre y la del hijo, o un incremento en la fidelidad hacia la herencia cultural de las redes sociales. El hecho de que los lazos sociales entre la figura de la madre y la de la hija sean a menudo muy fuertes en los monos antropomorfos sugiere que las mujeres debieron estar más capacitadas que los hombres para fundar sociedades igualitarias.
Los investigadores creen que el establecimiento de un grupo igualitario estable debió crear las condiciones necesarias para el surgimiento de las nociones de justicia, altruismo y otros elementos culturales que favorecen los intereses del grupo por encima de los del individuo.
-ENLACES A INFORMACION SUPLEMENTARIA EN INTERNET: https://www.scitech-news.com/ssn/index.php?option=com_content&view=article&id=502:egalitarian-revolution-in-the-pleistocene&catid=35:archaeology&Itemid=55
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Lunes, 10 Noviembre, 2008 - 11:02 |
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