¿Cómo diferencia nuestro sistema inmunológico al amigo del enemigo? ¿Por qué identifica con facilidad muchas infecciones virales y bacterianas, pero a veces pasa por alto las de otros invasores, tales como ciertos hongos patógenos? Durante décadas, los biólogos no han logrado responder de manera satisfactoria a esta pregunta. Ahora, puede que se haya encontrado la solución al enigma.
(NC&T) Investigadores del laboratorio de Gerald Fink en el Instituto Whitehead, han descubierto un "dispositivo de camuflaje" biológico, una red de genes que puede ayudar a los hongos patógenos a no ser detectados por el sistema inmunológico. Cuando esta red es deshabilitada, los hongos se vuelven de repente vulnerables a las defensas del cuerpo. Los hongos patógenos son la causa de las infecciones intrahospitalarias de mayor crecimiento, siendo sus víctimas principales los pacientes con un sistema inmunológico debilitado. La quimioterapia, los transplantes de órganos y el SIDA son algunas de las condiciones que aumentan la vulnerabilidad de un paciente. Se ha sabido durante años que las membranas de estas células fúngicas parecen estar rodeadas por una coraza exterior. El interior la misma está marcado por depósitos de un azúcar llamado beta-glucano, molécula que es fácil de detectar por el sistema inmunológico. La superficie exterior de la coraza, exclusiva de las células fúngicas, está compuesta básicamente por una proteína que el sistema inmunológico no puede detectar. Robert Wheeler, un científico postdoctoral del laboratorio de Fink, realizó experimentos en los que colocó células fúngicas en una placa e introdujo un anticuerpo diseñado para detectar beta-glucano en el lado interno de la coraza. Sin embargo, el anticuerpo tenía problemas para reconocer el beta-glucano y, como resultado, no podía detectar a la célula fúngica. Después de analizar miles de cepas de levadura mutante, Wheeler descubrió una red de genes capaces de crear el estrato de la molécula responsable de la "invisibilidad". Los hongos patógenos poseen genes equivalentes a todos esos. Cuando son inactivados, los anticuerpos pueden "reconocer" rápidamente a los hongos. Estos descubrimientos también pueden ayudar a explicar por qué una cierta clase de fármacos, las equinocandinas, poseen una eficacia tan notable contra los hongos patógenos. Siendo administradas en dosis altas, logran matarlos. Cuando Wheeler administró dosis no letales de estos fármacos, pero acompañándolos de un anticuerpo de beta-glucano, las equinocandinas, al parecer desenmascararon lo suficiente al agente patógeno como para que el anticuerpo lo detectase. |
|