Los cambios súbitos de temperatura en Groenlandia, y las pautas de lluvia tropical durante la última edad de hielo, se han relacionado por primera vez con los cambios rápidos en la salinidad del Atlántico norte. Los resultados de esta nueva investigación aportan más evidencias de que el cambio climático puede tener un impacto directo y rápido en la química del océano y la circulación de sus aguas.
(NC&T) El autor principal de la investigación, Matthew Schmidt (del Instituto Tecnológico de Georgia, y antes en la Universidad de California en Davis), Maryline Vautravers (Universidad de Cambridge), y Howard Spero (profesor de geología en la Universidad de California en Davis), reconstruyeron un registro de 45.000 a 60.000 años de temperatura y salinidad oceánicas, a partir de los rastros químicos en los caparazones fósiles de animales planctónicos diminutos recuperados de los núcleos de sedimentos marinos profundos. Una vez hecho esto, compararon sus resultados con los registros del cambio climático abrupto presentes en los núcleos de hielo extraídos en Groenlandia. En aquella época, gran parte de América del Norte y Europa era una capa de hielo. Pero los registros de los hielos muestran patrones repetidos de calentamiento súbito, llamados ciclos de Dansgaard-Oeschger, en los cuales las temperaturas en Groenlandia se elevaban entre 5 y 10 grados Celsius en el intervalo de unas pocas décadas. Esos ciclos fueron paralelos a cambios rápidos en la salinidad del agua superficial en el Atlántico norte, según encontraron los investigadores. El Atlántico se hacía más salado durante periodos fríos, y menos durante los intervalos calurosos. La disminución de la salinidad probablemente refleja cambios en los patrones de lluvia, sobre todo en los trópicos. Cerca de los trópicos, el aire cálido húmedo forma una zona de fuerte lluvia tropical, llamada Zona de Convergencia Intertropical, que diluye el océano salado con agua dulce. Hoy, la zona de lluvia tropical alcanza el Caribe norteño, pero durante los periodos más fríos de la edad del hielo se desplazó mucho más lejos hacia el sur, en dirección a Brasil. Eso disminuyó el ingreso de agua dulce en el Atlántico norte, por lo que aumentó su salinidad. La circulación en el Atlántico norte mueve el agua cálida y salada hacia el norte, manteniendo a Europa relativamente templada. La circulación profunda del océano es muy sensible a la salobridad de las aguas superficiales del Atlántico norte. El calentamiento climático, mayores lluvias y condiciones de menor salinidad pueden alterar la circulación. Durante épocas glaciales, la circulación reducida causó el enfriamiento del clima.  | | (Un foraminífero planctónico vivo de las aguas subtropicales del océano Atlántico.) (Foto: Howard Spero, UC-Davis/NSF) | |
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El nuevo estudio muestra que cuando el clima se enfrió en Groenlandia, la salinidad se incrementó con rapidez en la corriente subtropical del Atlántico Norte. El aumento de sal durante estos intervalos fríos, cuando la circulación transportadora estaba reducida, habría preparado al sistema para reiniciarse rápidamente durante las transiciones hacia los intervalos calurosos. Sin embargo, el detonante real que causó que la circulación Atlántica arrancara de nuevo durante la era glacial todavía se desconoce. Los resultados muestran que la salinidad del océano es muy sensible al cambio climático, y podría experimentar transformaciones rápidas, en cuestión de décadas. "La salinidad del Atlántico norte es el canario del sistema climático", concluye Spero. |
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