Un estudio revela que ciertos vegetales son capaces, cuando afrontan el ataque de insectos, de trasladar el almacenamiento de sus reservas de azúcares a fin de protegerlos y así asegurarse de tenerlos disponibles más tarde.
(NC&T) Usando técnicas de carbono radioactivo, y plantas de tabaco nativas genéticamente modificadas (Nicotiana attenuata), científicos de los Institutos Max Planck en Jena y Golm (Postdam), y del Centro de Investigaciones en Jülich, han descubierto el primer gen mediador de tolerancia al ataque de herbívoros: GAL83. Este gen regula el comportamiento de acumular provisiones de carbono biológico rápidamente ante el ataque de herbívoros. En este proceso, el carbono recientemente asimilado es puesto a buen recaudo mediante su transferencia a las raíces en lugar de ser dirigido hacia las hojas jóvenes en pleno crecimiento. De ese modo, el vegetal puede usarlo posteriormente para extender el período de producción de semillas y flores. Tan pronto como la planta es atacada por las larvas del insecto Manduca sexta (conocidas popularmente en algunos países como "gusanos cornudos del tabaco"), que son resistentes a la nicotina, las señales que la planta detecta procedentes de la boca del herbívoro, no sólo activan en el vegetal las respuestas defensivas convencionales, sino que además, como ha mostrado este estudio, activan el almacenamiento del carbono biológico en las raíces. Reconfigurando dónde se almacena el carbono, la planta gana en resistencia y por lo tanto en la habilidad de sobrevivir el ataque de voraces herbívoros.  | | (Las larvas de Manduca sexta se alimentan de la planta Nicotiana attenuata.) (Foto: Danny Keßler, MPI Chemical Ecology) | |
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El tabaco silvestre, nativo de América del Norte, ha desarrollado métodos sofisticados para defenderse de las larvas de Manduca sexta. Por ejemplo, un ácido producido tras el ataque de estos insectos activa la emisión de sustancias volátiles que atraen a los depredadores del Manduca sexta. Estos insectos depredadores matan a las orugas. Pero aún siendo éste un sistema de defensa tan sofisticado y eficaz, no garantiza la supervivencia posterior de la planta. Por lo tanto, estos vegetales han desarrollado formas de soportar la defoliación producida por esta plaga: almacenando recursos nutritivos en "bunkers" protegidos bajo tierra cuando son atacadas, de forma parecida a como lo hacemos los humanos en situaciones de guerra y ante otras crisis graves. Los estudios ecológicos realizados en el Departamento del Profesor Ian T. Baldwin, del Instituto Max Planck para la Ecología Química en Jena, Alemania, se centraron sobre las defensas de las plantas frente al ataque de herbívoros. Las plantas responden al ataque produciendo un arsenal de defensas directas (toxinas, reductores de digestibilidad, etc.) e indirectas, que reducen la efectividad del atacante, disminuyendo por tanto la dimensión de los daños inflingidos a los vegetales. Sin embargo, la dinámica de la coevolución de las interacciones conduce generalmente a insectos adaptados a los sistemas defensivos de las plantas. Resolver esta trampa evolutiva puede requerir el tipo de solución defendido por Mahatma Gandhi: tolerar los daños. O, con respecto a las plantas: hacer los ajustes fisiológicos necesarios para minimizar las consecuencias de la pérdida de tejidos. |
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