Un equipo de astrónomos ha descubierto que una explosión nuclear en la superficie de una estrella a cinco mil años luz de la Tierra ha resultado en una onda expansiva de forma peculiar que se mueve a más de 1.700 kilómetros por segundo. El hallazgo ha sido hecho gracias a la estrategia de enlazar radiotelescopios de todo el mundo en redes capaces de ver con un notable grado de detalle las secuelas de la explosión.
(NC&T)Durante la noche del 12 de febrero de este año, astrónomos japoneses anunciaron que una estrella llamada RS Ophiuchi había incrementado de manera súbita su brillo, resultando claramente visible en el cielo nocturno. Éste fue el último de una serie de fogonazos que han sido detectados en el último centenar de años. Las primeras observaciones, hechas sólo dos semanas después de que la explosión fuese comunicada, muestran una onda expansiva con un tamaño ya comparable al de la órbita de Saturno alrededor del Sol. Sin embargo, los investigadores necesitaban usar los radiotelescopios más potentes del mundo porque, a la distancia de cinco mil años luz, su tamaño aparente en el firmamento era el de un balón de fútbol visto desde 2.700 kilómetros. La onda expansiva procede de una enorme explosión nuclear que ocurrió en la superficie de una estrella de las dos que componen el sistema binario, las cuales orbitan una en torno a la otra a corta distancia. El gas capturado desde una estrella, una gigante roja, se acumula en la superficie de su compañera, una enana blanca (estrella superdensa, técnicamente muerta como tal, del tamaño aproximado de la Tierra, que en el pasado, antes de que perdiera en el espacio sus capas exteriores, fue el núcleo de una estrella como el Sol). La citada acumulación de gas en la enana blanca acaba provocando reacciones termonucleares, similares a las que dan energía al Sol, pero que derivan hacia una explosión masiva. En menos de un día, la energía emitida por la enana se incrementó hasta ser más de cien mil veces la liberada por nuestra estrella, y el gas (con una masa total similar a la de la Tierra) fue arrojado al espacio a velocidades de varios miles de kilómetros por segundo. La materia expulsada golpeó la atmósfera extendida de la hinchada gigante roja y creó ondas expansivas que aceleraron electrones a casi la velocidad de la luz. Los electrones liberaron ondas de radio mientras se movían por un campo magnético, y esas ondas de radio son las que fueron recogidas por las redes de radiotelescopios. En los meses transcurridos desde entonces, un equipo internacional ha hecho un seguimiento de la evolución de esta catástrofe usando la Red Europea VLBI, que incluye telescopios en Sudáfrica y China, la red MERLIN de radiotelescopios en el Reino Unido, y las redes VLBA y VLA en Estados Unidos. Sus observaciones han mostrado que la onda expansiva del estallido, en forma de anillo, está ahora adquiriendo la forma de cigarro. Se necesitará investigar mucho más para entender por qué sucede tal transformación. Una causa podría ser que la explosión haya disparado flujos de materia en direcciones opuestas. También podría suceder que, de alguna forma, la atmósfera de la gigante roja esté moldeando el material expulsado. Una vez terminado este episodio explosivo, el gas volverá de nuevo a acumularse en la enana blanca hasta alcanzar el nivel crítico, tal vez dentro de unos 20 años, momento en el que RS Ophiuchi debería sufrir un nuevo estallido. Una pregunta importante que los astrónomos esperan responder es si en cada explosión la enana blanca expulsa toda la materia que ha recolectado de la gigante roja o si "ahorra" algún material y, por lo tanto, gradualmente incrementa su masa. Si la enana blanca está incrementando su masa, entonces podría acabar reventando en una titánica explosión de supernova, y el ciclo de estos estallidos menores llegaría a su fin. |
|