 | | (Participantes en el estudio.) | |
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Los investigadores encontraron evidencia convincente de que el abeto blanco sobrevivió al máximo del último período glacial y probablemente a algunos de los anteriores episodios glaciales en Alaska. Esta supervivencia debe haber sido facilitada por la existencia de microhábitats favorables, y por las adaptaciones de estos árboles al duro clima. Los datos del ADN ayudan a resolver una vieja controversia sobre la manera en que las poblaciones de árboles emigraron en respuesta a los cambios climáticos del pasado. Un punto de vista defiende que los árboles se restringieron a las áreas al sur de la capa de hielo continental que cubrió buena parte de América del Norte, y entonces sus poblaciones emigraron de forma sumamente rápida cuando el clima se hizo más cálido. El otro punto de vista defiende que hubo un refugio sin hielo en algunas áreas al norte de la capa helada, y los abetos se propagaron dentro de esas áreas cuando el clima se hizo más cálido. Ahora resulta claro que existió un refugio glacial, y que los árboles avanzaron siguiendo al menos dos direcciones. Basándose en esos datos, también parece probable que el ritmo de migración fuera más bajo que lo previamente estimado. Los resultados sugieren que los ritmos de migración de los árboles, estimados a partir de los registros de polen fósil, son demasiado altos, y que la capacidad de los árboles para seguir el paso del calentamiento global es más limitada que lo asumido anteriormente. |