En campos donde las abejas salvajes eran escasas, una sola visita por una abeja melífera producía en promedio tres semillas. Pero según la presencia de abejas salvajes aumentaba, de igual manera se elevaba el número de semillas producido por cada visita de una abeja melífera, hasta alcanzar un promedio de 15 semillas por visita. El fenómeno ocurría cuando aumentaba la riqueza de la mezcla de especies de abejas salvajes o bien el número absoluto de abejas salvajes. Cuando Kremen y Greenleaf siguieron la conducta de sus abejas, descubrieron la razón para el empujón en la polinización: al igual que un aviador desactiva el piloto automático para pasar a gobernar directamente la aeronave cuando descubre a otro avión cercano, una abeja melífera altera su patrón de vuelo después de encontrarse con una abeja salvaje en una cabeza de girasol. Muchas plantas, incluyendo los girasoles usados para la producción de semillas híbridas, generan dos tipos de flores: las flores masculinas productoras de polen, y las flores femeninas productoras de néctar. En la producción de semillas híbridas de girasol, se esparcen filas de un cultivo que llevan sólo flores masculinas entre las filas de otro cultivo que lleva sólo flores femeninas. Las investigadoras explican que a causa de que las abejas melíferas forrajeras son obreras especializadas (algunas recolectan específicamente el polen y otras el néctar) cualquier cosa que las fuerce a alterar su conducta forrajera mejora la probabilidad de que se muevan entre los tipos diferentes de flores, dando como resultado que el polen se transfiere al lugar donde se necesita: a una parte de la flor hembra. |