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Alguien dijo ...
La ciencia es como la tierra; solo se puede poseer un poco de ella.

François Marie Arouet(Voltaire - 1694-1778).
Escritor y filósofo francés.
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¿como funcionaban realmente las mentes de nuestros ancestros?
 
 


¿Cómo interpretaban nuestros antepasados evolutivos el mundo que les rodeaba? ¿Qué estrategias usaban, por ejemplo, para encontrar comida? Los fósiles no conservan los pensamientos, por lo que los científicos hasta ahora no han sido capaces de obtener indicios sobre la estructura cognoscitiva de nuestros antepasados. La situación ha cambiado ahora gracias a una investigación.

(NC&T) En un nuevo estudio, investigadores en el Instituto Max Planck de Psicolingüística, y sus colegas en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, pudieron encontrar las respuestas a estas preguntas usando un método alternativo de análisis: la investigación psicológica comparada. De esta manera, descubrieron que algunas de las estrategias forjadas por la evolución son enmascaradas desde edades muy tempranas por el proceso de desarrollo cognoscitivo exclusivo de los humanos.

Poder recordar y localizar lugares particulares donde hay comida es un recurso de cualquier especie. Hay dos estrategias básicas para recordar la ubicación de algo: recordar las características del emplazamiento (si era un árbol, una piedra, etc.), o recordar su posicionamiento espacial (a la izquierda, a la derecha, en el medio, etc.). Todas las especies animales estudiadas hasta ahora, incluyendo la carpa dorada, palomas, ratas y el Ser Humano, parecen emplear ambas estrategias. Sin embargo, si el tipo de tarea requerida se diseña para que las dos estrategias entren en oposición, entonces algunas especies (por ejemplo peces, ratas y perros) tienen preferencia por las estrategias basadas en el posicionamiento espacial, mientras que otras (por ejemplo sapos, pollos y también los niños) favorecen aquellas que se basan en los rasgos distintivos.

Hasta ahora, ningún estudio había investigado sistemáticamente estas preferencias a lo largo del árbol filogenético. Sin embargo, recientemente Daniel Haun y sus colegas han llevado a cabo la primera investigación de este tipo en las preferencias cognoscitivas de una familia biológica entera, los homínidos. Compararon cinco especies de primates (orangutanes, gorilas, bonobos, chimpancés y humanos) para establecer qué estrategias cognoscitivas prefieren cuando tratan de descubrir características ocultas.

En una serie de experimentos, los investigadores comprobaron que las cuatro especies de simios y los niños humanos muy jóvenes (un año de edad) usan la situación espacial del objeto como una manera de encontrar algo oculto, aún cuando esté escondido bajo un objeto completamente diferente. Este resultado sugiere que tal preferencia ha sido parte de nuestra estructura cognoscitiva durante 15 millones de años.

Sin embargo, cuando los investigadores estudiaron a niños de tres años, descubrieron algo distinto: A diferencia de los niños más jóvenes, ellos consideraban las características del objeto bajo el que fue escondido el artículo, como la indicación más fiable de su paradero, incluso cuando la ubicación había cambiado completamente.

Los científicos tienen evidencias suficientes para concluir que los niños de un año de edad y los grandes monos no carecen de la capacidad de desarrollar una estrategia de memorización de la posición de un objeto basada en rasgos específicos de su entorno, sino que simplemente prefieren usar una estrategia basada en la ubicación espacial. Los humanos, en cambio, reorganizamos estas preferencias a medida que nuestro desarrollo cognoscitivo avanza.


Domingo, 17 Diciembre, 2006 - 11:00
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