La formación de estrellas en cantidades muy grandes en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que empezó hace alrededor de 2.400 millones de años, tuvo efectos extraordinarios para la vida en la Tierra. Las poblaciones de bacterias en el mar ascendieron y disminuyeron en una sucesión de éxitos y fracasos, con una inestabilidad no registrada ni antes ni después. Según un nuevo estudio, la variabilidad en la productividad de la vida está vinculada estrechamente a los rayos cósmicos.
(NC&T)La investigación ha sido llevada a cabo por Henrik Svensmark, del Centro Espacial Nacional de Dinamarca. Los rayos cósmicos son proyectiles atómicos que llueven sobre la Tierra desde las estrellas que estallan. Estos fueron muy intensos durante esos períodos de nacimiento de estrellas, muchas de las cuales explotaron tras una vida breve. "Las probabilidades de que la relación entre los rayos cósmicos y la inestabilidad de la biosfera haya sido simplemente una coincidencia, son de diez mil contra una. Por inesperado que esto sea, ofrece una nueva perspectiva de la conexión entre la evolución de la Vía Láctea y la historia completa de la vida en la Tierra durante los últimos cuatro mil millones años", explica Svensmark. El investigador estudió las vicisitudes de la vida mediante el recuento de los átomos de carbono pesado, el carbono-13, en rocas sedimentarias. Cuando las bacterias y las algas crecen en el océano absorbiendo el dióxido de carbono, prefieren los átomos ordinarios de carbono-12. Como resultado, el mar se enriquece en carbono-13, que resulta aceptable para las criaturas marinas que forman sus conchas con carbonatos. Por consiguiente, las variaciones en el registro del carbono-13 muestran cuánto crecimiento fotosintético se encontraba en marcha cuando los fabricantes de conchas estaban vivos; en otros términos, cuán productiva era la biosfera en ese momento. Para su sorpresa, Svensmark comprobó que las fluctuaciones más grandes en la productividad coincidían con altas tasas de formación de estrellas y períodos de enfriamiento climático en la Tierra. Y a la inversa, durante una etapa de mil millones de años en que la formación de estrellas era más lenta, los rayos cósmicos menos intensos y el clima de la Tierra más cálido, la biosfera casi no presentaba variaciones en su productividad.  | | (La radiación cósmica promueve la formación de nubes que tienen un efecto de enfriamiento en el clima.) (Foto: Danish National Space Center) | |
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Esto revela una relación menos obvia que por ejemplo la inferible de que un clima más caluroso vaya unido a la proliferación de vida por ser favorable para ésta, o que a un clima frío, mortal para la vida, vaya unido un declive de ésta. El registro muestra que en los períodos glaciales la biosfera siguió oscilando entre productividades excepcionalmente altas y bajas. La razón sugerida es que, si bien el hielo es hostil para la vida, los vientos pueden ser más fuertes cuando el mundo está frío. Al removerse más los océanos por esa fuerza eólica extra, se mejora mucho el suministro de nutrientes en las aguas superficiales, por lo que, aunque parezca paradójico, la productividad puede ser más alta que en un clima caluroso. Y esto acaba magnificando las fluctuaciones en la productividad biológica. Lo más probable es que las variaciones en la radiación cósmica afectasen a la productividad biológica a través de la influencia que tienen en la formación de nubes. Por eso, la enorme tasa de nacimientos de estrellas de hace 2.400 millones de años, que resultó en un número extremadamente grande de explosiones de supernovas, tuvo el efecto de enfriar la Tierra, probablemente aumentando la capa de nubes. Ésta es una de varias nuevas perspectivas sobre el cambio climático derivadas del descubrimiento de que los rayos cósmicos promueven la formación de nubes con efecto refrescante en la temperatura de la superficie de la Tierra. |
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