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La ciencia es como la tierra; solo se puede poseer un poco de ella,
François Marie Arouet(Voltaire – 1694-1778). Escritor y filósofo francés. | Contacto |
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| El aire que respiramos lleva más de 1.800 microbios y bacterias distintos | | | |
Científicos estadounidenses intentan 'censar' por primera vez los microorganismos aéreos y diferenciar sus variantes naturales de las causadas por un ataque bioquímico
«Every breathe you take», cada vez que respiras, como dice la canción de Police, te metes en el cuerpo más de 1.800 bacterias distintas; y eso, calculando por lo bajo. Sólo pensar en ello puede hacer que muchas personas deseen contener el aliento. Vista la imposibilidad de persistir en esta actitud, vale la pena considerar las ventajas del fenómeno. Es lo que han hecho en el laboratorio Lawrence Berkeley de California, donde creen que han descubierto algo muy útil para mejorar la detección de posibles ataques terroristas con armas bioquímicas.
Lo cuentan esta semana en el periódico electrónico de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense. Pretenden dotar a la comunidad científica de un punto de referencia sólido para evaluar las fluctuaciones de la densidad bacteriana del aire en función de factores como los cambios climáticos. La idea es tener muy bien medidos los cambios que pueden promover estos factores 'inocentes', para afinar el diagnóstico de ataques bioquímicos, si los hubiere. Esto podría ayudar a salvar muchas vidas y evitaría sembrar el pánico sin necesidad.
Recolección microbiana
Los investigadores de California, dirigidos por Gary Andersen, se dedicaron a recoger muestras de aire a diario durante 17 semanas en dos ciudades de Texas: Austin en San Antonio.
Fueron elegidas porque en muchos aspectos resultaban ho-mologables: parecida densidad de población, similar altitud y grandes semejanzas topográficas. Las muestras, concienzudamente analizadas en el laboratorio de Berkeley, arrojaron datos bastante distintos, pese a haber sólo cien kilómetros de distancia entre los dos núcleos urbanos.
Una de las principales novedades que aporta este estudio es que bacterias y microbios fueron identificados directamente en su entorno original, el aire, no en cultivos de laboratorio. Eso permite detectar microorganismos tan sutiles que no sobreviven en un cultivo. En algunos casos, esta comunidad bacteriana evanescente, hasta ahora invisible a la mirada de los investigadores, puede llegar a suponer nada menos que un 99% de lo que hay en el aire.
Los trabajos coordinados por Gary Andersen han ido ajustando conclusiones generales a partir de búsquedas que en origen eran mucho más específicas y concretas. Por ejemplo, iban a la caza de un gen involucrado en la producción de una proteína que está presente en todas las bacterias, y han descubierto nada menos que 9.000 variantes de este gen, uno para cada bacteria diferente.
Lo microscópico siempre ha dado vértigo, pero en este caso, más. Los científicos de Berkeley se apresuran a precisar que muchísimos microbios y bacterias que inhalamos son perfectamente inocuos y nunca han hecho daño a nadie. De todos modos, no es fácil resignarse al concurrido trasiego de seres vivos entrando y saliendo dentro de uno, con in-tenciones no siempre claras.
Variaciones naturales
Psicosis e hipocondrías aparte, los investigadores californianos han calculado en unas 1.800 las bacterias que viven en al aire que respiramos. También estiman que su presencia sube o baja no tanto en función de la localización geográfica como de los cambios de temperatura y de humedad ambiental. Lo cual añade a la ecuación, cómo no, el calentamiento global.
Un cambio súbito en las condiciones atmosféricas puede explicar una alteración brusca del nivel de bacterias en el aire, sin necesidad de que responda a un ataque bioquímico. Lo que ahora intentan los científicos es desarrollar una base de datos exacta que permita interpretar correctamente estas variaciones, y detectar cuándo se mantienen dentro de la normalidad espontánea.
Por ejemplo, la francisella tularensis es una bacteria que causa naturalmente la tularemia, o fiebre de los conejos. Se encuentra en todo el territorio de los Estados Unidos, con la excepción de las islas del archipiélago de Hawai, en el Océano Pacífico.
En algunos momentos se ha asociado a posibles ataques químicos o biológicos. Por eso puede ser tan importante determinar cuál es en cada momento la proporción natural de la bacteria en la atmósfera. |
Martes, 02 Enero, 2007 - 12:42 |
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