Una reciente investigación ha demostrado que se podría utilizar el gusto como un indicador para advertir si el individuo está o no deprimido, y también como forma de determinar cuál es el fármaco más conveniente para tratar su depresión.
(NC&T)La investigación, de la Universidad de Bristol, ha demostrado que puede potenciarse la capacidad de reconocer ciertos sabores administrando fármacos empleados generalmente para la depresión. Los investigadores suministraron a individuos sanos medicamentos antidepresivos, los cuales aumentan los niveles de los neurotransmisores serotonina y noradrenalina. Estas pruebas dieron lugar a que los voluntarios pudieran detectar diversos sabores (salado, dulce, ácido y amargo) en concentraciones más bajas, realzándose así la sensibilidad de su capacidad gustativa. Dado que los investigadores han hallado que se producen distintos cambios en el gusto en respuesta a cambios en los dos diferentes neurotransmisores, esperan que en un futuro se pueda usar un test de sabor para las personas deprimidas y con él determinar qué neurotransmisor se ve afectado en su enfermedad. Hasta el momento, no se ha encontrado ninguna manera sencilla para decidir cuál es la mejor medicación para la depresión. En consecuencia, los médicos suelen tener que hacer probar al paciente varios medicamentos, hasta dar con el adecuado. Pueden necesitarse hasta cuatro semanas para saber si un fármaco está funcionando, o si se necesita cambiarlo. Sin embargo, con un test de sabor, los doctores podrían ser capaces de recetar el medicamento correcto desde un primer momento.  | | (El sabor depende de nuestro estado de ánimo.) (Foto: Bristol U.) | |
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A menudo se cree que el gusto viene determinado genéticamente, y, hasta la fecha, se ha tendido a asumir que se mantiene fijo en el transcurso de la vida. Pero este estudio demuestra que la capacidad de reconocer diversos sabores puede ser alterada por los neurotransmisores serotonina y noradrenalina, y por el estado de ánimo de la persona. Estos resultados aportan un valioso conocimiento de cómo los neurotransmisores influyen en la maquinaria subyacente en el sentido del gusto. Parece ser que la percepción del sabor amargo puede variar por cambios en los niveles de ambos neurotransmisores: serotonina y noradrenalina, mientras que la percepción del sabor dulce es afectada sólo por los niveles de serotonina, y la del sabor ácido por la noradrenalina. Los resultados también podrían explicar por qué los individuos aquejados de ansiedad y depresión tienen menos apetito. El trabajo además muestra que el gusto está relacionado con los niveles de ansiedad, incluso en personas sanas. |
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