El Océano Antártico podría desacelerar la progresión del calentamiento global, al absorber una cantidad mucho mayor de calor y dióxido de carbono que lo que previamente se había pensado, según una nueva investigación.
(NC&T)Los vientos del oeste en el hemisferio meridional se han desplazado hacia el sur en los últimos 30 años. Un nuevo modelo climático predice que cuando los vientos cambien completamente hacia el sur, podrán hacer un mejor trabajo en la transferencia de calor y dióxido de carbono desde las aguas superficiales que rodean la Antártida, hacia las aguas más profundas y más frías. El nuevo modelo que Joellen L. Russell (profesora de geociencias en la Universidad de Arizona en Tucson, e investigadora principal en este proyecto) y sus colegas desarrollaron, proporciona una simulación realista de los vientos del oeste en el hemisferio austral, y de la circulación oceánica antártica. Los modelos climáticos anteriores no tenían localizados adecuadamente los vientos. En las simulaciones del clima actual, esos modelos distorsionaban la respuesta del océano a los incrementos futuros en las emisiones de gases de efecto invernadero. Como estos vientos se han desplazado hacia el polo, el Océano Antártico será capaz de absorber un 20 por ciento más del dióxido de carbono que lo que predicen los modelos donde los vientos están mal localizados. A mayor cantidad de calor guardado en los océanos, menos calor almacenado en la atmósfera. Pero esto acarreará sus consecuencias; no será un beneficio sin efectos secundarios. A medida que la atmósfera se caliente, almacenar más y más calor en el océano provocará que los niveles del mar se eleven aún más rápido según se vaya expandiendo el agua calentada. Al incorporar más CO2 (dióxido de carbono) a los océanos, la química de estos cambiará, volviéndose más ácidas las aguas, y por ende, menos habitables para algunas especies marinas (con mayor acidez, aumentará la solubilidad de metales pesados y otros contaminantes, lo que contribuirá a este efecto). Russell y sus colegas condujeron este estudio en el periodo en que ella ejerció como investigadora en la Universidad de Princeton, y en el Laboratorio de Dinámica de los Fluidos Geofísicos (GFDL, por sus siglas en inglés) de la NOAA (Administración Atmosférica y Oceánica Nacional) en Princeton, Nueva Jersey. Sus colaboradores son los investigadores del GFDL: Keith W. Dixon, Anand Gnanadesikan, Ronald J. Stouffer y J.R. Toggweiler. |
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