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| Según un estudio, las universidades son centrales para las economías regionales del conocimiento | | | |
En su calidad de productores de conocimiento, las universidades desempeñan un papel central en el aumento y desarrollo de las economías regionales del conocimiento. Pero, inculcar el espíritu de fomento empresarial y crear una infraestructura de transferencia tecnológica viable entre las universidades y la industria son algunos de los obstáculos clave de la innovación. éstos son los resultados fundamentales de un estudio reciente elaborado por la Asociación Europea de Universidades (EUA).
Se considera que el conocimiento está globalizado, desafiando a las fronteras, con «trabajadores del conocimiento» y empresas cada vez más móviles. Sin embargo, desde hace algún tiempo, responsables políticos y expertos señalan la importancia de la dimensión del «lugar» para el crecimiento de las economías del conocimiento, apuntando a los efectos indirectos del conocimiento que han causado el que empresas y personas se ubiquen más próximas entre sí. Ello, afirman los autores, ha propiciado el aumento y desarrollo de las economías regionales del conocimiento que han aportado importantes beneficios económicos.
Reconocida la importancia de estos grupos para la competitividad, las autoridades regionales prestan cada vez más atención a la economía del conocimiento y a sus necesidades en general, y a la conectividad y las estructuras de apoyo de grupos que se han desarrollado en la región en particular.
El estudio analiza cuatro capitales de regiones europeas (Barcelona, Brno, Manchester y Øresund) y descubre que se están promoviendo cada uno de los componentes clave de la innovación regional. Entre éstos figuran el crecimiento de los sectores económico y de servicios punteros líderes; la promoción de una cultura del conocimiento, la inversión comunitaria, la inversión en educación y unos recursos humanos altamente cualificados.
Estas regiones se cree también que ofrecen las condiciones perfectas para la interacción entre las estructuras clave de conocimiento e innovación, concretamente la universidad, el gobierno y la empresa. Además, el estudio detalla cómo han logrado estas regiones involucrar con éxito a sus ciudadanos en los procesos de creación de conocimiento.
En este nuevo contexto, cada una de las estructuras, de las que no son ajenas las universidades, se ha sometido a un examen cada vez más riguroso. Se plantean cuestiones tales como si el conocimiento generado en las universidades pertenece al tipo necesario para la economía del conocimiento, y si los canales a través de los cuales fluye este conocimiento hacia la producción realmente cumplen con las expectativas.
Según el estudio, las universidades están cumpliendo su papel de productores principales de conocimiento, abarcando no sólo el desarrollo científico y tecnológico, sino también los fenómenos sociales y culturales. El fenómeno de la economía del conocimiento, así como la importancia para el desarrollo del conocimiento de las regiones, los grupos y la interacción entre múltiples actores, son todos aspectos que son claramente identificados, estudiados y explicados en primer lugar por investigadores universitarios y educadores.
Un aspecto muy relevante es el hecho de que las universidades educan y forman a graduados para la región del conocimiento particular. El estudio revela que las cuatro regiones del conocimiento examinadas se muestran orgullosas de ofrecer abundancia y mayor densidad de estos graduados para la expansión de su economía del conocimiento que otras regiones. Aunque esta tarea es asumida por las universidades con una seriedad extrema, sometiendo constantemente a revisión los planes de estudio y los recursos, todavía surgen problemas, según afirman los autores del estudio. Por ejemplo, si las capacidades técnicas son insuficientes para las tareas con las que se enfrentarán en sus profesiones innovadores, investigadores, técnicos y gestores, esto puede originar un desequilibrio.
Los autores descubrieron que todavía son necesarios algunos ajustes para preparar a los graduados y adaptar sus capacidades técnicas a los retos de la actual economía regional del conocimiento en expansión. Aunque existen muchos canales o se crean para mejorar la transición y la adaptación de estas capacidades, el estudio encontró sólo una región que había organizado una asociación de capacidades técnicas regionales donde diferentes universidades, instituciones de formación y empleadores pudieran debatir las necesidades y oferta de cualificación.
Otro de los aspectos mencionados por las autoridades regionales entrevistadas es la mentalidad y capacidades técnicas empresariales, las cuales se piensa generalmente no están lo suficientemente desarrolladas, no sólo entre los estudiantes, sino también entre los investigadores. Muchos representantes regionales comentaron que las universidades no son necesariamente las más adecuadas para aportar este tipo de formación empresarial. En algunos lugares, esta formación se diseña en cooperación entre universidades y empresas, con el apoyo de las agencias regionales del Estado. En otros, son las universidades las que aportan estos cursos pero con representantes de la empresa como docentes.
La tarea más importante de las universidades, sin embargo, es la provisión de una sólida base de investigación y, aquí, el estudio revela que en las regiones sondeadas, las universidades están realizando esta función en todas las áreas menos en dos: la relativa a la aplicación de la investigación y la de transferencia de conocimientos tecnológicos. Aunque existe un interés sumo por parte de las universidades en destacar en cuanto a capacidad y calidad de la investigación que realizan, el estudio afirma que muchas instituciones tienden a ser más reacias a la hora de aplicar la investigación, ya que algunas veces parece que socava la calidad de la investigación. De forma paradójica, las universidades están deseando, sin embargo, acceder a las infraestructuras de transferencia tecnológica, aunque dicen que no tienen los medios ni, en algunos sentidos, las pericias para hacerlo.
En la mayoría de las instituciones estudiadas, se han creado oficinas de transferencia tecnológica en los últimos dos o tres años, pero no cuentan con el personal suficiente que les capacite para hacer frente a todas las tareas que van a emprender. El estudio revela que movilizar una parte especialmente grande de la comunidad profesional para que se interese más en la actividad empresarial y la innovación lleva tiempo y exige más recursos humanos de los disponibles en la mayoría de estas instituciones. Además, en tres de los cinco países de los cuatro estudios de casos, la universidad, la empresa y los representantes gubernamentales consideran que la mayoría de los investigadores universitarios son contrarios a la idea de contribuir directamente a la innovación comercial.
Pero han cambiado muchas cosas en poco tiempo, según afirman los autores del estudio. En las cuatro ciudades, hay un número creciente de profesores que van aceptando las prácticas de innovación y cooperación con la industria. Cada vez se dan más ejemplos positivos de investigadores básicos de renombre que también son empresarios y que se entusiasman por ambos tipos de empleo de la investigación. Además, la actitud de los sectores más conservadores de la profesión está empezando a cambiar.
Las autoridades nacionales, por su parte, están respondiendo a la necesidad de mejorar las infraestructuras de transferencia tecnológica y varios gobiernos europeos han creado recientemente fondos universitarios para la innovación. éstos adoptan bien la forma de fondos de investigación destinados a la universidad y para la cooperación entre ésta y la empresa, o constituyen por entero un «tercer cauce de financiación». Los fondos se adjudican basándose en una serie más amplia de compromisos de mayor relevancia económica con los socios no académicos. Estos canales de financiación se orientan a mejorar la conectividad entre las empresas y su entorno, beneficiando de esta forma indirectamente a las redes regionales de conocimiento.
Aunque las autoridades regionales no suelen ejercer una gran influencia en la manera de proceder de la comunidad universitaria a través de la financiación de mecanismos o de reglamentos «duros», el estudio revela que utilizan sus competencias orientándolas para reunir a universidades y empresas. Por ejemplo, conscientes de la importancia de un espacio flexible y de una infraestructura de alta calidad para la investigación y la innovación competitiva emprendida por las universidades, las autoridades regionales aportan a menudo un espacio e instalaciones para los proyectos comunes entre la universidad y la empresa. |
Lunes, 08 Enero, 2007 - 06:26 |
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