Una investigación realizada en una extensa zona de falla en el Desierto de Atacama, en el norte de Chile, ha conducido a un nuevo enfoque sobre cómo las presiones de los fluidos pueden producir terremotos.
La dificultad de predecir los terremotos se debe a lo poco que se sabe sobre cómo operan los planos de falla. Durante años, los geólogos han encontrado que incluso las pequeñas tensiones que actúan sobre las placas terrestres pueden causar grandes movimientos sísmicos. Por ejemplo, el terremoto de Loma Prieta en 1989 ocasionó una devastación masiva, aunque la tensión sobre la frontera de las placas era muy pequeña incluso para causar el temblor en primera instancia. En teoría, se necesitan fuertes tensiones para provocar el deslizamiento a lo largo del plano de una falla, pero si algo como agua o gas a presión se introduce dentro de la falla, puede actuar como una especie de cojín, haciendo más fácil el movimiento entre las placas y más probable un terremoto. Hasta ahora, un argumento contra esta teoría era que al aumentar las presiones del fluido, las rocas se rajarían y los fluidos podrían escapar a través de las hendiduras, reduciendo el "efecto cojín". Sin embargo, en este reciente estudio, se encontró que las fisuras más pequeñas que rodean el plano de la falla cambian las tensiones que actúan sobre la roca, reduciendo la probabilidad de que se formen fisuras significativas que permitirían escapar al fluido. El equipo de investigación, de la Universidad de Liverpool, midió la densidad de las "microfisuras" en las rocas cercanas a la línea de la falla de Chile y aplicaron cantidades variables de tensión a las rocas para ver cómo respondían. Encontraron que las microfisuras cambiaban la elasticidad de las rocas, lo que significa que las tensiones que podrían producirse normalmente casi en ángulo recto con la línea de falla giraron en cambio a un ángulo de 45 grados.  | | (Una larga zona de falla en el desierto de Atacama.) (Foto: U. Liverpool) | |
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Bajo las tensiones normales, las presiones del fluido incrementarían su magnitud hasta que se quebrara la roca y escapara el fluido, reduciendo el riesgo de un terremoto. Sin embargo, cuando las tensiones se producen con un ángulo de 45 grados, es menos probable que se rompa la roca y entonces incluso las modestas presiones internas del fluido pueden provocar terremotos. |
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