A través del proyecto MESSENGER financiado por la UE, se ha elaborado un nuevo conjunto de directrices diseñadas para ayudar a los científicos a comunicarse de manera eficaz con los medios de comunicación.
Se sabe de manera generalizada que si se ansía la participación significativa de los ciudadanos en los debates científicos, estos deben estar informados. También se sabe que la mayoría de las personas no se informan sobre las últimas noticias científicas en las revistas especializadas, sino que recurren a la prensa popular y a los programas de televisión. El objetivo de las directrices es ayudar a los científicos a comunicar sus resultados de investigación a una audiencia más amplia, al tiempo que se evitan las dificultades potenciales de trabajar con los medios. Una revisión de los medios de comunicación llevada a cabo por los socios del proyecto, Social Issues Research Centre y el Amsterdam School of Communications Research, reveló que gran parte de la cobertura que reciben los sucesos científicos es exacta e informativa. Sin embargo, se han dado casos en donde los resultados de investigación han recibido un amplio despliegue informativo, u otros donde simplemente han sido mal interpretados por los periodistas, generando algunas veces cierta ansiedad entre el público. Buen ejemplo de ello es el caso de la vacuna de las paperas, el sarampión y la rubéola en Reino Unido. Allí, los comentarios de un médico en una conferencia de prensa que apuntaban a que la vacuna estaba relacionaba con el autismo y la enfermedad de Crohn, sembraron la preocupación entre la gente por la seguridad de la vacuna, hasta el punto de que muchos padres rehusaron permitir a sus hijos que fueran vacunados. El primer consejo de las directrices se orienta simplemente a animar a los científicos a que presten atención sobre cómo se representa su campo de investigación en los medios y, concretamente, si hay algunos temas que deban destacarse por ser preocupantes. Los socios del proyecto recomiendan también a los científicos que se aprovechen de las oportunidades que tienen de conocer a los periodistas y saber más sobre cómo funcionan los medios de comunicación. Gran parte de las directrices se orienta a la comunicación de los riesgos y beneficios. «Para un científico un riesgo es simplemente la probabilidad estadística de que un suceso acontezca sumado al peligro que supone dicho suceso», escriben los autores. «Esta no es, sin embargo, la forma en que la gente normal, ni incluso los científicos «piensan sobre el riesgo al margen de su obligaciones». Las directrices recomiendan que los riesgos y los beneficios sean comunicados de forma patente, señalando claramente los riesgos incuestionables con el fin de que los crecientes riesgos sean comprendidos adecuadamente. Además, puede ser que los riesgos sólo repercutan en un pequeño grupo de personas y que los beneficios superen a los riesgos. Aquí los autores ponen el ejemplo de un medicamento que, administrado en dosis muy altas, puede aumentar el riesgo de infarto. En los medios, el científico en cuestión fue precavido a la hora de destacar que el riesgo sólo atañe a las personas que toman dosis altas no habituales y que, muy a menudo, estas personas padecen tanto dolor que, para ellos, el riesgo pequeño de sufrir un infarto queda recompensado por el hecho de que el fármaco mejora de manera notoria su calidad de vida. El informe recomienda también que los científicos hablen con los responsables de prensa y de comunicación de sus instituciones antes de hacerlo con los medios. «Muchas de ellas tienen un bagaje en periodismo o relaciones públicas y a menudo tienen opiniones útiles sobre la forma en que funcionan los medios», afirman los autores. «Su experiencia pueden ser muy valiosa a la hora de preparar el material para su divulgación generalizada y se debe recurrir a ellos siempre que se pueda». A la larga, los socios del proyecto esperan que su trabajo aumente la confianza en los científicos. «La confianza de los europeos en la ciencia sigue siendo elevada, pero no es incondicional», advierten. «El camino hacia la confianza se consigue mejorando la comunicación, además de aumentando la participación y el dialogo entre las comunidades científicas y la sociedad civil, un proceso en el que los medios de comunicación generales tienen una función crítica que desempeñar». |
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