En una guerra evolutiva entre dos especies, las ardillas rojas han ganado la última batalla sobre las astutas piceas, según una nueva investigación que sugiere que los inteligentes animalitos están un paso más avanzados que los árboles de los que se alimentan, pese a la sofisticada táctica defensiva que éstos emplean.
(NC&T)Un equipo internacional de científicos, dirigidos por Stan Boutin, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Alberta, ha estudiado la relación que existe entre las ardillas rojas americanas y euroasiáticas, y las piceas (los árboles de los que se alimentan). Durante los veinte años que Boutin ha invertido estudiando esta interesante "partida de ajedrez" natural, pudo observar un sorprendente patrón. Las ardillas rojas son de alguna manera capaces de predecir los años en los que están a punto de llegar las mayores producciones de alimentos, y son capaces de engendrar una segunda camada de crías para aprovecharse de la sobreproducción alimentaria que está a punto de generarse. Los investigadores comprobaron que los árboles habían estado tratando de librarse de las ardillas poniendo en práctica una táctica de "abundancia y hambre", la estrategia de alternar periodos de escasez con otros de tanta abundancia que los recursos no puedan ser aprovechados. Ésta es una táctica evolutiva muy sofisticada empleada por los árboles para neutralizar a los animales que se alimentan de sus semillas. En años de escasez, los árboles tratan de matar de hambre a los depredadores de sus semillas, de manera tal que en los años de gran producción de semillas, los depredadores sean tan pocos que no puedan aprovechar esta superproducción de alimentos, y así garantizar la supervivencia de la especie vegetal. Los animales no suelen poder evitar esto porque son incapaces de predecir cuándo se desencadenarán estas producciones masivas de semillas. El resultado lógico, por tanto, es que un mayor número de semillas logra germinar con esta estrategia que si los árboles produjeran un número constante de semillas cada año.  | | (La ardilla roja.) (Foto: U. Alberta) | |
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Esta es una táctica que normalmente da buenos resultados. En el momento en que las semillas maduran durante el otoño, la mayoría de los comedores de semillas ya ha "tomado sus decisiones" acerca de tener crías ese año. Así que, cuando los árboles producen una gran cosecha de semillas en el otoño, es demasiado tarde para que los comedores de semillas puedan explotar a su favor el fenómeno. Pero el árbol no tuvo en cuenta un importante factor: una astuta ardilla que parece haber adivinado las intenciones de los árboles. De alguna manera, la ardilla es capaz de predecir la superproducción que está a punto de desarrollarse, y se las arregla para generar una segunda camada de ardillitas, maximizando el número de individuos jóvenes que podrán alimentarse de las semillas maduras disponibles en el otoño. Los coautores del estudio son Lucas Wauters y Guido Tosi, de la Universidad de Insubria en Italia; Andrew McAdam, de la Universidad Estatal de Michigan; Murray Humphries, de la Universidad McGill; y Andre Dhondt, de la Universidad de Cornell. |
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