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El hallazgo de un enorme cocodrilo da que pensar a una comunidad de Etiopía
 
 


Pedro Lasuén Lago Chamo (Etiopía) - Desde que hace varios meses unos pescadores del lago Chamo encontraron en sus redes en enorme cocodrilo muerto, expertos y pobladores de esta zona de Etiopía piensan en la posibilidad de aprovechar mejor un ecosistema hasta ahora poco explotado.

El animal medía más de seis metros y pesaba más de una tonelada. El hallazgo de ese gran cocodrilo en este lago, unos 500 kilómetros al sur de la capital etíope, es de vital importancia puesto que tuvo lugar dentro perímetro del Parque Nacional de Arba Minch, protegido y vigilado por el gobierno etíope y bajo tutela de la Fundación para los Parques Africanos, con capital holandés.

Los responsables del parque llamaron a Romulus Whitaker, un especialista mundialmente conocido y propietario de una granja de cocodrilos en Madrás.

Este estadounidense afincado en India desconocía, al igual que sus colegas, la presencia en territorio etíope de semejantes especímenes.

Whitaker quedó estupefacto al percatarse de que estaba midiendo el cocodrilo del Nilo más grande del mundo. "Resulta extraordinario realizar un descubrimiento así en 2007. Siempre se ha dicho que los cocodrilos del Nilo de mayores dimensiones viven en Egipto y Sudán", afirma con una sonrisa.

La colaboración de Whitaker con las autoridades etíopes se ha desarrollado gracias a sus recomendaciones. "Es cierto que los cocodrilos del lago son gigantescos pero se encuentran en peligro de extinción", dice Whitaker.

Se calcula que el número de cocodrilos alcanza el millar y Whitaker está fomentando una política de convivencia entre este animal, que sobrevive desde hace ciento cincuenta millones de años, y los pescadores locales.

Matheos Ersado, responsable del parque, cree que sólo el 8 por ciento de los 350 kilómetros cuadrados del lago forman parte del parque.

"Pero los cocodrilos no entienden de fronteras y cuando por la noche salen a cazar caen en la trampa mortal que suponen las redes", agrega.

Estas redes son especialmente mortíferas puesto que son las mismas que se utilizan para fabricar mosquiteras por lo que el cocodrilo es igual de vulnerable que un pez.

La idea de Whitaker es incentivar a los pescadores mediante una política de conservación de los cocodrilos conjugada con los beneficios que proporciona la venta de pieles.

Como miembro de la Convención Internacional sobre el Comercio de las Especies en Peligro de Extinción (CITIES), Etiopía tiene derecho a exportar entre nueve mil y doce mil pieles de cocodrilo al año.

"Calculo que hay quinientas hembras en el lago" dice Whitaker. "Cada una pone al menos cuarenta huevos, lo que significa veinte mil huevos al año. El beneficio puede ser grandioso para los lugareños", agrega, al tiempo que detecta y desentierra un nido de huevos para estudiar las condiciones de la gestación.

El precio por piel oscila entre 120 y 170 dólares. "El dinero es el único argumento capaz de convencer a los pescadores, la mayoría de ellos furtivos", añade Matheos Ersado.

Precisamente, la alianza entre gobierno y pescadores ha dado sus frutos en países como Zimbabue y Papúa Nueva Guinea. El comercio de pieles, controlado de forma estatal, supone entre cinco y seis millones de dólares anuales.

Y tampoco hay que olvidar el factor turístico. Cada año son más los curiosos que viajan hasta la zona atraídos por la idea de ver de cerca a los cocodrilos. Hasta que se impulse totalmente el proyecto que agrupa preservación y comercio, las divisas de los extranjeros representan el principal sustento del parque.

Por el momento, el ecosistema del lago Chamo se mantiene en estado precario pero la aportación de Whitaker puede resultar decisiva, sobre todo porque este enamorado de los cocodrilos tiene una teoría interesante.

"Hasta ahora los cocodrilos más grandes del planeta han sido cazados o vistos en Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Australia". Y añade: "Yo estoy convencido de que los más grandes están aquí".

Resulta difícil detectarlos porque cuando oyen el ruido del motor de una barca se esconden, pero de uno tiene en su cuerpo una o dos balas, recuerdo de los cazadores furtivos.

No obstante Romulus Whitaker se muestra optimista: "Sé que está ahí dentro, mi monstruo está aquí y sueño con encontrarlo". EFE


Domingo, 18 Febrero, 2007 - 09:02
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