En los últimos 90.000 años, se alternarón períodos calientes y fríos de algunos millares de años, implicando una modificación de la circulación oceánica global. Con ayuda de indicadores paléoclimaticos y oceanográficos,investigadores del CEREGE pusieron en evidencia un mecanismo de intercambio entre la circulación oceánica sobre el clima, que refuerza el recalentamiento o el enfriamiento. Este mecanismo se basa en un estrecho vínculo entre la circulación Atlántica Septentrional y la hidrología tropical de Centroamérica. Estos trabajos, publicados en la revista Nature del 22 de Febrero, permitiran comprender mejor, y en consecuencia, preveer mejor, los efectos del cambio climático sobre la circulación oceánica.
Anteriormente, las variaciones climáticas rápidas y de gran amplitud que tuvieron lugar, en particular, durante la última glaciación perturbaron la circulación oceánica. Los archivos climáticos (sedimentos marinos y lacustres, hielos polares, estalagmitas), muestran la estrecha relación existiente entre variaciones climáticas y circulación oceánica. Ahora bien, los cambios de circulación oceánica en el Atlántico Norte tienen una influencia a escala planetaria, afectando en particular al ciclo del agua : se acompañarían de un desplazamiento del Ecuador climático que separa los sistemas de alisios de los dos hemisferios, hacia el sur en acontecimientos fríos y hacia el norte en acontecimientos calientes. Centroamérica desempeña un papel clave en este sistema. Del lado del Atlántico, las aguas de superficie se evaporan, lo que aumenta su salinidad. El vapor de agua es transferido por los alisios hacia el Pacífico, donde vuelve a caer en forma de lluvia, disminuyendo la salinidad. Esta enorme transferencia de agua (varios centenares de millares de metros cúbico por segundo) mantiene un contraste de salinidad entre los dos océanos. Las aguas de superficie del Atlántico tropical se transportan a continuación, vía la Corriente del Golfo, hacia las altas latitudes, donde calefacción la atmósfera, antes de hundir hacia los abismos en zonas de convección situadas en los mares de Noruega, Groenlandia y Labrador. Las aguas profundas así formadas van a continuación a propagarse en el océano, purgando el Atlántico Norte de una parte de su exceso en sal.  | | Anomalía media de las lluvias simulada por los modelos después de un hundimiento de la circulación oceánica profunda (aumento en azul, disminución en roja) . La flecha en punteados representa el transporte actual del vapor de agua. Las flechas llenas indican el transporte múltiple (alisios - > ríos - > corrientes marinas) durante la anomalía climática. Las cruces localizan los lugares de estudios paléoclimatiques. Foto: © G. Leduc - CNRS | |
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Los investigadores del CEREGE reconstituyeron las variaciones de salinidad de las aguas de superficie, en la zona de depósito del vapor de agua procedente del Atlántico. Para eso, trabajaron sobre las medidas realizadas en los sedimentos marinos tomados en 2002 al oeste del Istmo de Panamá, por el buque oceanográfico francés Marion Dufresne. Este estudio pone de manifiesto que los períodos fríos de Heinrich corresponden a aumentos de salinidad en la zona Este Pacífico, sinónimo de una reducción de la transferencia de vapor de agua. Al comparar sus resultados a otros estudios realizados en el sector Atlántico y en Sudamérica, los investigadores pusieron de relieve un mecanismo de intercambio de información que amplió la perturbación climática. En los episodios fríos, los alisios encargados de humedad emigraron hacia el sur ; no pudiendo cruzar la Cordillera de los Andes, una parte de las lluvias que el Pacífico normalmente ablandaban Este se depositó sobre la cuenca que pagaba del Amazonas. Este intercambio de información tuvo como efecto reinjectar las aguas de lluvia en el Atlántico y de disminuir así la salinidad de las aguas de este océano Estas aguas transportada a continuación hacia las altas latitudes pues contribuyeron al debilitamiento de la circulación oceánica profunda, reforzando aún el enfriamiento arriba y alrededor del Atlántico Norte. En la actualidad, el hecho de que el recalentamiento climático pudiera perturbar el ciclo del agua e inducir una disminución de la circulación Atlántica Septentrional es un verdadero tema de inquietud. Los datos oceanográficos de los 50 últimos años sugieren que cambios hidrográficos (temperatura y salinidad) así como una disminución del flujo de agua transportado por algunas corrientes marinas, en superficie y en profundidad, ya se produjeron en Atlántico Norte. El riesgo de una variación aún más importante de la circulación oceánica a escala del final del siglo, o del principio del pro'ximo siglo, debe tomarse seriamente y estudiarse activamente. Fuente: CNRS |
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