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El volcán Tungurahua "sí avisa" cuando va a explotar y da tiempo para huir
 
 


Fernando Arroyo León El volcán Tungurahua, en el centro andino de Ecuador, "sí avisa" cuando va a explotar y da tiempo para huir de sus dominios, aseguran los damnificados de la localidad de Cusúa, arrasada por lava y lodo el pasado 16 de agosto y que ahora temen otra nueva explosión violenta del coloso.

De las 96 familias de Cusúa, 86 se refugian en un albergue temporal en la vecina localidad de Pingue, mientras que las diez restantes permanecen en sus casas, bañadas del material volcánico que les dejó como advertencia el volcán en su erupción de agosto.

Pero esas diez familias saben que cuando suene la alarma en su comunidad, deben correr a zonas de seguridad, porque la lava baja "como si fuera el diablo", señala una vecina de Cusúa, que ahora duerme en una casita de madera construida en el Pingue.

En ese albergue hay 86 familias de Cusúa, cada una de las cuales habita una casa de madera donada por la curia de la ciudad de Ambato y que, por el momento, les sirve de hogar.

Víctor Núñez, coordinador de los damnificados de Cusúa, dijo a Efe que, además de las diez familias que permanecen en la comunidad, algunos de los que duermen en Pingue suben por las mañanas para cultivar sus tierras recuperadas de las cenizas del Tungurahua.

"Tenemos que trabajar, somos campesinos y es nuestra única forma de sobrevivir dignamente", apuntó Núñez, tras asegurar que "todos estamos preparados" por si al Tungurahua se le antoja repetir una erupción fuerte como la del pasado 1 de agosto.

En esa ocasión, recuerda Núñez y otros campesinos que se le juntan para precisar los detalles de su odisea, murieron seis personas, miles fueron evacuadas de las zonas de peligro, más de ochos pueblos fueron arrasados y extensas zonas de cultivos resultaron devastadas.

Han pasado casi siete meses y los damnificados de Cusúa recuerdan como si fuese ayer la erupción de agosto: "En esa vez estábamos preparados y salimos todos, nadie murió. Ahora estamos mejor preparados y ya sabemos como se comporta el volcán", asegura Núñez.

"Sí avisa el volcán, hace ruidos fuertes antes de la erupción y tiembla la tierra, cuando eso pasa ya sabemos que viene algo fuerte", afirma el coordinador que ve al detalle cada movimiento de su gente.

"Ahora ha vuelto a encenderse, pero no está como en agosto", recalca Núñez que ha depositado toda su confianza en los científicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, que "vigilan todo el tiempo" el comportamiento del Tungurahua.

"Los del Geofísico avisan a la Defensa Civil y ellos a nosotros, tanto en el Pingue como en Cusúa. Si suena la alarma, los de allá tienen que salir de inmediato por un camino hacia la zona de seguridad, y los que están en el albergue tiene que ir a buscarlos en ese mismo sitio", añade Núñez.

Justifica que diez familias, "con hijos y todo" se arriesguen ante la potencial furia del Tungurahua, porque "nadie puede pasarse más de seis meses en otro lugar sin hacer nada. Tenemos que trabajar y los de Cusúa somos trabajadores. Eso sí, a trabajar la tierra no nos gana nadie", asegura.

Se lamenta de que el Gobierno no haya concretado todavía la entrega de casas en una zona de reasentamiento de la población de Cusúa, donde se deben construir casas de hormigón para los damnificados de ese pueblo y que está localizado en el vecino sector de La Paz.

"Hemos venido presionando a las autoridades para que nos entreguen las casas, y parece que en mayo empiezan la construcción" de las viviendas, agrega el coordinador, que no se cansa de agradecer la paciencia y solidaridad de sus "hermanos" de Pingue.

También agradece al Instituto Geofísico, a la Defensa Civil, a los alcaldes de la ciudad turística de Baños, de Pelileo y de Ambato, que les han apoyado con maquinaria y "con cuanto pueden".

Los damnificados de Cusúa sueñan con la posibilidad de que el Gobierno les entregue créditos a bajo interés para volver a producir las tierras, porque, dicen: "Si no se arriesga, no se cruza el río".

Esa esperanza se ve también en las decenas de niños que juegan en ese sector "prestado" por sus amigos del Pingue, aunque, a veces, regresan a ver de reojo al Tungurahua, cuando ruge y les recuerda que "allí está".


Viernes, 09 Marzo, 2007 - 06:52
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