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La formulación de un problema, es más importante que su solución,
Albert Einstein(1879-1955) Científico estadounidense de origen alemán. | Contacto |
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| Estudio antropologico sobre la evolucion del asco | | | |
Detrás de cada punzada de náusea a la que usted se enfrenta puede haber un imperativo biológico mucho más grande que el de vomitar, según un creciente número de indicios reunidos por un antropólogo de la Universidad de California en Los ángeles (UCLA).
(NC&T) "La causa por la que hoy experimentamos asco es que esta respuesta protegió a nuestros ancestros", explica Dan Fessler, profesor de antropología y director del Centro para el Comportamiento, la Evolución y la Cultura, de la UCLA. "Esa sensación permitió a nuestros antepasados sobrevivir lo suficiente como para engendrar descendientes, quienes a su vez traspasaron esta misma sensibilidad hacia las siguientes generaciones y finalmente hasta nosotros".
A través de una serie de estudios sutiles e ingeniosos, Fessler se las ha arreglado para esclarecer las maneras en las que el asco pudo haber servido para proteger a nuestros ancestros.
La investigación de Fessler también ilustra cómo las respuestas emocionales que ayudaron a nuestros ancestros pueden no sernos útiles hoy, llevándonos a promover la xenofobia, los prejuicios sexuales y otras reacciones irracionales.
Fessler argumenta que generalmente respondemos al mundo de hoy con las adaptaciones del ayer. Es por esto, por ejemplo, que incluso quienes se han criado en ciudades y siempre han vivido en ellas, tienen más miedo a las serpientes que a los automóviles, pese a que en una ciudad es más probable ser atropellado por un auto que picado por una serpiente.
La investigación de Fessler ayuda a arrojar luz sobre por qué algunas partes del cuerpo provocan más repulsión que otras. En un estudio, Fessler preguntó a 400 participantes que imaginaran 20 diferentes operaciones de trasplantes y las valorasen según el nivel de asco que éstas les provocaran.
La mitad de los órganos trasplantados fueron apéndices (como la lengua y los genitales), que rutinariamente entran en contacto directo con el mundo exterior, y son por ende más susceptibles de infectarse y dañarse. La otra mitad de los transplantes sugeridos estaban localizados en el interior del cuerpo (como el bazo y el corazón) siendo por tanto mucho menos susceptibles de ser controlados por el individuo, especialmente en lo concerniente a su protección contra daños e infecciones.
"Si el asco protegió a nuestros ancestros contra los patógenos, esta emoción debe haber tenido su mayor utilidad en proteger las partes del cuerpo que interactuaban en mayor medida con el ambiente, tal como hacen los apéndices", razona Fessler. "Nuestros ancestros no podrían haber disfrutado de las mismas ventajas de las reacciones de asco respecto a la protección de los órganos internos. Así que se beneficiaron de enfocar sus reacciones de asco hacia las partes del cuerpo que se encuentran en el exterior, y que interactúan con nuestro entorno".
Encajando con la teoría de Fessler, los participantes consideraron la idea del trasplante de apéndices más repulsiva que la de trasplantar órganos internos. Lengua, genitales y ano fueron valorados como los más repugnantes, mientras que las caderas, los riñones y las arterias fueron los que menos asco despertaron.
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Viernes, 27 Abril, 2007 - 11:21 |
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