Unos científicos han confirmado la existencia de proteínas en tejidos blandos recuperados de huesos fósiles de un Tyrannosaurus rex (T. rex) de 68 millones de años, y de un mastodonte de medio millón de años.
NC&T) Los resultados de este estudio pueden cambiar la forma en que se piensa sobre la preservación de los fósiles, y demuestran la viabilidad de un nuevo método para el estudio de enfermedades en las que la identificación correcta de proteínas específicas es importante, como en el cáncer. Cuando un animal muere, las proteínas empiezan a degradarse de inmediato y, en el caso de los fósiles, son lentamente reemplazadas con minerales. Hasta ahora se creía que este proceso de sustitución culminaba en el plazo de un millón de años. Pero gracias al trabajo de investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y de la Escuela de Medicina de Harvard, parece obvio que no es así. No sólo estaban presentes en cantidades detectables las proteínas en estos restos, sino que lo estaban en condiciones tan buenas de preservación, que fue posible identificar qué proteínas eran. Con este hallazgo, los científicos han averiguado muchas cosas acerca de las condiciones en que las proteínas pueden conservarse. Sorprende que algunas proteínas puedan sobrevivir por períodos tan largos de tiempo, mucho más tiempo del que nadie podía suponer. Mary Schweitzer, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, descubrió tejidos blandos en el fémur de un T. rex, y en otros fósiles hallados en un yacimiento paleontológico en Montana. Después de que el análisis molecular y químico de los tejidos indicara la posibilidad de que fragmentos de las proteínas originales pudieran haber sido preservados, ella se dirigió a sus colegas John Asara y Lewis Cantley, de la Escuela de Medicina de Harvard, para ver si podían confirmar sus sospechas encontrando aminoácidos componentes del colágeno, una proteína fibrosa presente en los huesos.  | | (Proteínas secuenciadas de T. rex y mastodonte.) (Foto: Zina Deretsky, National Science Foundation) | |
---|
El hueso es un material compuesto, formado por proteínas y minerales. Cuando a los huesos modernos se les quitan los minerales, queda una matriz de colágeno (material fuerte que contribuye a la estructura y la flexibilidad de los huesos). Cuando Schweitzer desmineralizó el hueso de T. rex, quedó sorprendida al encontrar esta matriz conservada, porque las teorías actuales de fosilización sostienen que ningún material orgánico puede sobrevivir tanto tiempo. Los análisis han demostrado que ciertamente este descubrimiento indica que es posible obtener secuencias de más de un millón de años. Con 68 millones de años, es todavía posible. Esta información ayudará a los científicos a conocer mejor el mecanismo de la preservación, y también cómo se degradan las moléculas con el paso del tiempo, lo que tendrá importantes implicaciones en paleontología y otras áreas, incluyendo la medicina. Después de secuenciar con éxito porciones de las proteínas del dinosaurio y del mastodonte, los investigadores identificaron los aminoácidos y confirmaron que el material era colágeno. Compararon entonces las secuencias de colágeno con una base de datos de secuencias proteicas de animales modernos. Y encontraron que la secuencia del T. rex tenía similitudes con la de los pollos (coincidiendo con la hipótesis de que las aves y los dinosaurios están relacionados evolutivamente), y que el mastodonte estaba más estrechamente relacionado con los mamíferos, incluyendo al elefante africano. |
|