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Un científico debe tomarse la libertad de plantear cualquier cuestión, de dudar de cualquier afirmación, de corregir errores,

Julius Robert Oppenheimer(1904-1967)
Físico estadounidense.
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El consumo de agua mineral depende de la dureza del agua del grifo
 
 


Paco Torralbo - El consumo de agua embotellada -mineral o no- es mayor o menor dependiendo de la dureza o suavidad del agua del grifo. Los consumos máximos se dan en la España oriental, de suelos calcáreos y aguas muy mineralizadas. Los menores, en las regiones con aguas más blandas, según revela la clasificación provincial de ventas elaborada por Canadean España, empresa de estudios de mercado.

Ningún otro factor tiene, ni de lejos, la importancia que este. Las provincias con los consumos más altos están en Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Murcia y Aragón.

El nivel de renta no tiene nada que ver con el puesto que una provincia ocupe en la clasificación de consumo de agua embotellada. Los menores consumos se producen en algunas de las comunidades más ricas, como Madrid, País Vasco o Navarra, y de las más pobres, como Extremadura.

Tampoco son factores determinantes que haga más o menos calor ni que haya más o menos turistas.

Los consumos de toda Andalucía y más concretamente de Almería (144,69 litros por persona y año) son inferiores no ya a Baleares (265,62) sino a Teruel (158,96), Huesca (158,70) o Cuenca (171,13), provincias con unas temperaturas medias anuales muy inferiores.

El turismo sólo muestra relevancia en Baleares, que tiene el mayor consumo de toda España, con mucha diferencia. Son 265,62 litros por persona y año, lejos de Barcelona, la segunda, a la que corresponden 189,21 litros por cabeza.

En Baleares, el peso del turismo en relación a la población habitual es tan apabullante que no podía ser de otro modo. A cada residente se le suman más de diez turistas al año. En 2006, según los datos del Instituto de Estudios Turísticos, llegaron 10.107.291 visitantes para una población que supera muy ligeramente el millón de personas.

Por lo demás, las ciudades de Castilla-La Mancha, con un peso muy escaso del turismo (226.486 visitantes para toda la Comunidad), tienen un alto consumo, superior al de Santa Cruz de Tenerife o Las Palmas, en donde el volumen de este sector es notable (9.608.180 turistas en Canarias).



LA QUEREMOS SOSA Y SIN OLOR

Y es que la definición escolar se nos quedó bien grabada: el agua es incolora, inodora e insípida. Y aunque en realidad nunca fue así para buena parte de las aguas, el lema se convirtió en requisito de calidad.

Identificamos bondad de un agua y falta de sabor, a no ser que estemos hablando de ciertas aguas minerales a las que atribuimos propiedades medicinales. Ahí sí aceptamos sabores extraños. Pero no se lo permitimos a las aguas del grifo.

Que atribuyamos mala calidad e incluso problemas sanitarios a las aguas duras, cuyo alto contenido de minerales y de sales disueltas les proporciona sabor, es la principal razón por la que tomamos agua embotellada.

Es casi exacta la correlación entre el mapa de distribución provincial de consumo de este líquido que se deduce de la clasificación de Canadean y el de regiones de agua dura que nos muestra, por ejemplo, el mapa de dureza del agua por cuencas hidrográficas 2000-2006 elaborado por el área de Control y Vigilancia de Calidad de las Aguas del Ministerio de Medio Ambiente.

Pero no hay un problema sanitario. Las aguas duras sólo afectan al sabor, a la sensación que se produce en nuestra boca al beberla. Quizá algunos piensen erróneamente que cuando el exceso de cal deja como deja los filtros de la lavadora ¿qué no estará haciendo con nuestro organismo?



UN PROBLEMA DE CONFIANZA

Lo curioso es que alarmas realmente sanitarias produzcan escasos cambios en el comportamiento del consumidor. En marzo del 2006, la OCU publicó un estudio sobre la calidad del agua del grifo en España. Entre los resultados aparecía una presencia excesiva de trihalometanos (producto que puede causar daños hepáticos y renales por ingesta abundante y continuada) en algunas localidades.

Más allá de que el problema sea o no importante, de que esté o no resuelto, de las llamadas a la tranquilidad que la propia OCU hizo a la población, en el sentido de que la presencia de ese producto era sencillamente un problema a corregir y no una alarma sanitaria, lo lógico es que una noticia semejante hubiera llevado a muchas personas a pasarse al agua embotellada.

Pues no sucedió nada semejante en los casos de Avila, Cáceres, Ciudad Real y Zamora. En todas ellas, el consumo de agua embotellada durante el 2006 creció muy por debajo del 5% de incremento medio en toda España.

Por el contrario, en las otras dos provincias cuyas capitales mostraban el mismo problema, Alicante y Murcia, en las que ya era un lugar común la falta de calidad de sus aguas, principalmente por su dureza, el incremento del consumo dobló la media nacional.

Es muy fácil convencer a alguien de que el agua que siempre ha tomado es poco saludable si vive en una zona en la que la mala calidad del agua es creencia compartida. Es un problema de confianza previa.

Desde la OCU, Belén Ramos, Responsable de Medio Ambiente, culpa a la Administración y a las empresas abastecedoras de esa falta de crédito. Cree que hay opacidad informativa, que se ocultan los problemas cuando se producen, lo que lleva a la desconfianza.

"No es normal -dice- que en nuestras encuestas internas un 80% esté dispuesto a pagar de su bolsillo que alguien analice la calidad del agua que beben, labor que hace la Administración y que ya pagan con sus impuestos. Indica una desconfianza sin sentido".

Tampoco que un 42%, en una encuesta de ámbito nacional publicada en Compra Maestra en diciembre del 2006, diga que no está dispuesta a tomar agua del grifo. Belén Ramos apela al sentido común y dice que no es deseable que el consumo de agua envasada crezca, por un elemental sentido económico e incluso porque se está generando un creciente problema de residuos.

"Algo está pasando, hay que ganarse la confianza del ciudadano. No está justificado, en la mayoría de los casos, beber agua embotellada cuando la calidad básica de la del grifo es buena". EFE


Sábado, 30 Junio, 2007 - 10:34
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