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Duda siempre de ti mismo, hasta que los datos no dejen lugar a dudas,

Louis Pasteur(1822-1895).
Químico y bacteriólogo francés.
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Hay pájaros capaces de aprender de otras especies, afirman investigadores
 
 


En la revista Current Biology, Janne-Tuomas Seppänen de la Universidad de Jyväskylä y Jukka Forsman de la Universidad de Uppsala describen cómo las hembras de papamoscas suelen elegir un nidal muy parecido a los que ocupan ejemplares de páridos como el carbonero común y el herrerillo común.

A estos investigadores se les ocurrió este experimento mientras que una mañana buscaban nidales en la penumbra de un bosque. Se dieron cuenta de que sería más fácil detectar la presencia de nidales si estos se señalaban de alguna forma visible y se preguntaron si esos rasgos distintivos influirían en el comportamiento de los pájaros. Una investigación previa había descubierto que, a la hora de elegir un lugar para la reproducción, los papamoscas, al parecer, se fijan en lo que eligen, tanto otros ejemplares de papamoscas, como de Páridos.

«Los animales no están programados simplemente para actuar de una forma predeterminada, sino que utilizan información y toman decisiones», explicó el Sr. Seppänen. «Lo que es más importante es que los animales viven en comunidades y pueden aprender los unos de los otros, incluso de otras especies.»

Los papamoscas y los páridos tienen muchas cosas en común; su alimentación es parecida y les gustan los mismos lugares para anidar, lo que significa que a menudo compiten por los recursos. No obstante, mientras que los páridos son sedentarios, los papamoscas son aves migratorias y no llegan al lugar donde se reproducen hasta la primavera, cuando los páridos ya se están ocupando de sus crías.

Estas aves, dado que habitan en esta región durante todo el año, seguramente tienen un conocimiento más preciso de la zona que los papamoscas migratorios. Teniendo esto en cuenta, los investigadores se preguntaban si los papamoscas recién llegados acudirían a los ejemplares de páridos en busca de información sobre cómo construir los mejores nidos.

Para poner a prueba esta teoría, los investigadores visitaron dos lugares de reproducción después de que los páridos hubieran empezado a anidar, pero antes de la llegada de los papamoscas. Pusieron adhesivos con una figura geométrica distinta a aquellos nidales habitados por páridos y pegaron un símbolo diferente en un nidal cercano que estaba vacío. Con esto daba la impresión de que las otras aves se habían marchado y habían elegido nidales marcados con el mismo símbolo.

Cuando los papamoscas llegaron a este lugar se vieron obligados a elegir: podían escoger, bien el nidal con el mismo adhesivo que el resto de nidales de los páridos, bien una con un distintivo diferente.

Los papamoscas que llegaron a este lugar a principios de la temporada mostraron poco interés en copiar a los páridos. No obstante, a medida que la temporada avanzaba, acudieron cada vez más papamoscas a los nidales identificados con el mismo distintivo que los páridos. El 75% del último tercio de hembras de papamoscas que llegaron eligieron este tipo de nidales.

Una de las razones de estos resultados podría ser la diferencia de edad entre los primeros y los últimos pájaros que llegaron. «Las aves que llegan primero suelen tener más edad, ejemplares que han prosperado y son más duchos en materia de reproducción», explican los investigadores en su informe. «Por lo tanto, puede que tengan un "conocimiento" más amplio y mejor sobre la reproducción en general y sobre esa zona en concreto.»

Otro motivo podría ser el tiempo; el éxito reproductor de los de los papamoscas es menor si la puesta tiene lugar en el período tardío de la temporada. Así que mientras los que llegan a principios de la misma tienen tiempo de tener en cuenta una serie de datos a la hora de hacerse con lugares óptimos para anidar, los que llegan más tarde se ven presionados para encontrar rápidamente dónde anidar.

«Los pájaros que llegan más tarde, aves jóvenes e inexpertas en gran proporción, se enfrentan a un éxito reproductor inferior y a una competencia mayor por los lugares para anidar, por lo que tendrán que "poner al mal tiempo buena cara" y seguir ciegamente los pasos de otras aves más experimentadas», escriben los investigadores.

«La teoría convencional de la coexistencia de especies pronostica que los solapamientos en la utilización de recursos entre especies desemboca en costes y divergencias de nichos», explicó el Sr. Seppänen. «No obstante, nuestros resultados indican que si otras especies -incluso aquellos rivales fuertes- poseen una información lo suficientemente valiosa, la utilización de esta información social interespecífica y el aprendizaje social en concreto podrían conducir a un incremento en la concurrencia, la proximidad y a un solapamiento de nichos entre especies.»

La financiación comunitaria para este estudio provino de una Beca intraeuropea Marie Curie. CORDIS


Jueves, 12 Julio, 2007 - 01:30
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