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El aparato de investigación tiene sentido cuando alimenta una ciencia que convierte la información en conocimiento, y que trasmite ese conocimiento a todos y cada uno de los trabajos sociales.
Marcelino Cereijido. Médico e investigador argentino | Contacto |
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| El pie robótico echa a andar | | | |
Un pie robótico, capaz de moverse, subir y bajar escaleras y apoyarse como si realmente fuera el miembro perdido. O casi. La informática, la electrónica y la ortopedia se han confabulado para desarrollar una prótesis que acabará con muchos de los problemas y los traumas psicológicos que genera los problemas de movimiento causados por la amputación de esta extremidad. Es el Proprio Foot, creado por la empresa islandesa Ossur y recién presentado en Estados Unidos.
La utilización de microprocesadores en el campo de la ortopedia no es nueva. Ya en los últimos años, han aparecido rodillas artificiales con sensores capaces de detectar la velocidad y el peso de cada usuario para adaptarse a sus necesidades. Pero los pies seguían siendo una pieza más o menos estática del mecanismo.
El Proprio Foot, sin embargo, permite recuperar la función de los músculos de este órgano, fundamental para caminar. Para ello cuenta con unos sensores microelectrónicos conectados con un programa informático, que reemplazan al músculo perdido.
Estos dispositivos son capaces de muestrear hasta 1.000 veces por segundo la información sobre los movimientos que realiza la persona, datos que envía al cerebro informático que forma parte del pie biónico. Es ahí donde se comparan con el perfil almacenado de esa persona (su peso, su edad, su peculiar forma de caminar) y donde se rota el tobillo hasta la posición adecuada. Un pequeño motor instalado en esta zona permite impulsar este talón arriba y abajo, haciendo que el paso sea lo más natural posible. Y una pequeña y potente batería (recargable, claro) se responsabiliza de proporcionar la energía.
Muchas son las ventajas que los investigadores atribuyen a la innovadora prótesis. Aseguran que este sistema de inteligencia artificial «es capaz de dar la respuesta adecuada a cada paso», que facilita «una marcha simétrica y estable» y, sobre todo, que aumenta la sensación de seguridad, algo fundamental para quien ha sufrido una amputación.
Subir y bajar las escaleras o escalar una rampa son la situaciones en las que esta nueva tecnología es manifiestamente más eficaz que la existente hasta ahora: al primer escalón, el pie identifica que el terreno ha cambiado y da las instrucciones adecuadas al tobillo para que suba o baje con naturalidad. También permite que levantarse de una silla resulte más sencillo.
«La mayoría de los amputados quieren moverse con la mayor naturalidad posible y esta tecnología lo ha conseguido porque logra que los dos pies, el propio y el artificial, se apoyen al 50%», asegura Irene Rodríguez, de Ossur Europe.
AMPUTADOS DE IRAK
De momento, el Proprio Foot no ha comenzado a comercializarse en Europa pero, según la web de la empresa, el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la Asociación de Veteranos de Guerra están muy interesados en el producto y ya han comenzado a utilizarlo con los miles de soldados mutilados que están regresando a su país procedentes de las guerras de Irak y Afganistán. Su precio, entre 12.000 y 18.000 dólares (10.0000 y 15.000 euros), sólo es asumible por personas con los suficientes recursos económicos, aunque puede que un día llegue a beneficiar a las decenas de miles de víctimas de las minas antipersona, muchas de ellas niños, que hoy se apañan con las muletas o con un arcaico Pie de Jaipur, de madera.
A la espera de la nueva maravilla electrónica, que de momento no se instala a quienes han perdido la pierna hasta la rodilla (aunque todo se andará), los mutilados españoles sí que disfrutan desde hace algún tiempo de las rodillas electrónicas que varias empresas han puesto en el mercado.
El menorquín Gabriel Pons, que sufrió una amputación hace 18 años, es uno de ellos y estos días anda probando el último modelo de rodilla C-Leg de otra de las empresas líderes del sector, Otto Bock. «Esto es calidad de vida», asegura este joven, competidor habitual en pruebas de quads. «Es lo más parecido a lo que tenía antes del accidente porque se adapta al paso que yo le indico, más ligero o más tranquilo. Incluso he ido a esquiar y patinar con ella y no se me da mal», asegura.
Los expertos están convencidos de que el siguiente paso será aquél que logre conectar estos miembros artificiales con las neuronas, para que sean éstas las que transmitan las órdenes. Cuando este día llegue, RoboCop será una realidad. |
Lunes, 09 Octubre, 2006 - 11:00 |
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