Ximena Hessling
Madrid - El periodista José María Iñigo considera que antes la televisión era el gran invento que la gente adoraba, mientras que ahora es un electrodoméstico más, "de usar y tirar", al que tanto los profesionales como el público le han perdido el respeto.
En una entrevista con Efe con motivo del cincuenta aniversario del nacimiento de este medio, Iñigo (Bilbao, 1942) opina que "la televisión de antes era bastante mejor que la de ahora desde el punto de vista de la calidad", aunque reconoce que, en la actualidad, es "un gran negocio".
"La ilusión y la afición que teníamos entonces nos permitía hacer una televisión muy libre, desde la perspectiva de la creación, a pesar de la censura que había en lo político e incluso en lo estético, sin la espada de Damocles de la audiencia", explica el presentador, con 40 años en el medio televisivo.
Con el advenimiento de la audiencia y su rentabilidad económica, a su juicio, la calidad de la televisión se fue "deteriorando paulatinamente, de una manera tremenda porque la gran masa prefiere lo fácil de digerir más que lo que le cuesta un poco de trabajo".
La televisión pública en España "necesita una revisión urgente" y "un modelo a seguir", resalta Iñigo. "Los políticos quieren una televisión cultural, de calidad, que tenga mucha audiencia y que sea rentable, pero eso es imposible", añade.
"El bueno, bonito y barato no existe y menos en televisión", advierte.
Destacó en su conversación con Efe el elevado índice de satisfacción de la audiencia en los primeros años de la televisión en España, cuando las historias estaban firmadas por autores de categoría como Truman Capote, Tennessee Williams, Arthur Miller, Antonio Buero Vallejo, Alfonso Paso, Honoré de Balzac ó Alejandro Dumas.
Hoy, las historias de amor y desamor, que al final son siempre las mismas, las cuentan guionistas sudamericanos, con "productos incluso técnicamente mal hechos que a la audiencia parece que le dan igual", apunta.
Eso lleva a la gran pregunta: ¿La audiencia ve lo que le damos o le damos lo que quiere ver? Iñigo responde: "La gente ve lo que le damos". Estima que "las televisiones deberían tener un mínimo de calidad del que no gozan".
En la actualidad, la televisión, en general, ha perdido el buen gusto en el lenguaje, en la forma de presentar noticias que no lo son, en los ataques gratuitos, aún a sabiendas de que son inciertos, pero, como eso proporciona audiencia, es muy difícil renunciar a ello cuando la audiencia significa dinero, opina.
Iñigo confiesa que ha aprendido a no enfadarse y ha decidido ver en televisión sólo lo que le gusta, y recuerda con cariño sus programas "Estudio abierto" y "Directísimo", donde consiguió que millones de españoles vieran cómo Uri Geller doblaba cucharillas con el poder de su mente, y donde entrevistó a personajes como Anthony Quinn, Rita Hayworth o Charlton Heston.
La televisión es "un mundo muy cruel; no hay otra profesión en que estés en la calle dependiendo del resultado de la audiencia de un día, ni siquiera entre las gentes del fútbol, que esperan a final de temporada para ver si ganas o pierdes, mientras que en periódicos o radios son tres meses hasta ver si ha subido o bajado la audiencia", precisa. "Es un negocio para kamikazes", sentencia |