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| El cuento de la TDT
CARLOS HUGO SANZ
Quien más quien menos, a estas alturas del año todo el mundo sabe ya qué es la Televisión Digital Terrestre -o la tedeté-, principalmente porque ha pasado por caja para adquirir el indispensable descodificador.
No pienso rechistar de las bondades de la señal digital frente a la analógica, pero sí de la absurda carrera en la que nos ha metido el Gobierno y sobre la que cada día está más claro que nadie va a terminar.
Hace casi dos años que comenzaron oficialmente las emisiones en TDT -un 30 de noviembre de 2005 para ser exactos- y hoy en día el panorama no es mucho mejor de lo que era entonces; es más preocupante, de hecho, si se tiene en cuenta que el 3 de abril de 2010 se producirá el anunciado apagón analógico.
El problema parte de una todavía escasa cobertura de la señal y, clara y llanamente, de tener que desembolsar dinero para adaptar las antenas y adquirir el obligado descodificador.
Hoy en día, la TDT no ofrece muchas más ventajas que la televisión analógica. El compromiso de las grandes cadenas de televisión no ha pasado de aportar la señal y una programación que, en muchos casos, es errónea.
Sólo el grupo editor de La Sexta trabaja en una oferta atractiva. Mediapro planea emitir fútbol a bajo coste por esta plataforma pero la operación sólo será rentable si se universaliza el servicio.
Y es que la mejora en la calidad de la imagen y el sonido no ofrece suficiente atractivo para que los usuarios den el paso. Es más, no creo que haya mucha gente contenta cuando se enteren de que los equipos descodificadores que están adquiriendo ahora no valen absolutamente para nada si es que quieren sacar el máximo partido a la TDT.
Coda. Tampoco ayuda mucho que Impulsa TDT, la Asociación para la Implantación y el Desarrollo de la Televisión Digital Terrestre, nos convocara para un acto que iba a celebrar ayer en Palencia y que por aquí no apareciese nadie.
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