En 1996, un equipo internacional de científicos dirigido por la Universidad de Zaragoza, España, comenzó un estudio paleontológico en la cueva de El Mirón. Desde entonces, los expertos se han concentrado en el análisis de los restos fósiles de los huesos y dientes de vertebrados pequeños que vivieron en la región cantábrica durante los últimos 41.000 años, a finales del Cuaternario. La riqueza, gran diversidad y buen estado de conservación de los fósiles, han permitido a los investigadores llevar a cabo un estudio paleoclimático.
(NC&T) Estos han realizado análisis estadísticos de todo tipo durante un semestre en la Universidad de Nuevo México, procesando alrededor de 100.000 restos, de los cuales 4.000 han sido identificados de manera específica y catalogados según la especie y número de individuos en cada estrato.
Gloria Cuenca Bescós, investigadora en el Departamento de Paleontología del Instituto para la Investigación Científica, dependiente de la Universidad de Zaragoza, es la autora principal del estudio.
El estudio efectuado incluye inferencias climáticas hechas a partir de las asociaciones de fósiles de mamíferos pequeños cuyos restos se han estado depositando en El Mirón durante los últimos 41.000 años. Las asociaciones de fósiles de estos mamíferos revelan la composición de la fauna que vivió alrededor de la cueva en cada época, y ha hecho posible preparar una reconstrucción paleoclimatológica y paleoambiental del entorno.
La investigación muestra que ha habido siete períodos de enfriamiento y calentamiento en la cornisa cántabra durante los últimos 41.000 años. Un análisis que otros autores han hecho de datos obtenidos a partir del polen, la estratigrafía marina de isótopos, y los materiales depositados por los glaciares, respalda este resultado.
Según lo desvelado en el estudio, en la cueva de El Mirón y su entorno hubo cuatro períodos fríos inestables, dos más estables, y un período climático templado.
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